09. LA TORMENTA.

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09. La tormenta.

 La tormenta

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La emoción por la nueva velocidad de Barry se ve interrumpida por el sonido del teléfono de Esme Callaghan. Al otro lado de la línea está Eddie Thawne con un mensaje: el Capitán Singh necesita ver a Esme en la comisaría de inmediato.

Mientras Esme atiende la llamada, su voz adopta un tono ligeramente juguetón y amigable, que no pasa desapercibido para los presentes, especialmente para el Dr. Harrison Wells.

El intercambio entre Esme y Eddie, aunque profesional, lleva un matiz de coqueteo sutil que cualquiera que esté prestando atención podría notar.

Y por supuesto que había una persona prestando atención.

—Claro, Eddie, estaré ahí en unos minutos. Gracias por avisarme —dice Esme, su voz teñida de una calidez que va más allá de una mera conversación formal.

En ese momento, Wells, que había estado observando la interacción desde su posición, siente un cambio repentino en su comportamiento. Sus manos, descansando previamente sobre los brazos de su silla de ruedas, se tensan hasta que los nudillos se ponen blancos, una manifestación física de la frustración y el enojo que burbujea en su interior.

La cordialidad en la voz de Esme, dirigida a Eddie, enciende un fuego de celos y posesividad en Wells.

A pesar de su fachada de control y calma, el tono amistoso de Esme hacia Eddie despierta en Wells un enojo profundo y un sentimiento de amenaza.

La idea de que Esme pueda tener una conexión, incluso si es meramente amistosa o profesional, con otro hombre, particularmente con Eddie, es algo que le resulta intolerable.

El Dr. Wells se mantiene exteriormente compuesto, pero internamente, lucha para mantener a raya sus emociones turbulentas. Es consciente de que cualquier muestra de celos o posesividad podría revelar demasiado de sus verdaderas intenciones y sentimientos hacia Esme.

Por lo tanto, en un esfuerzo por preservar su cuidadosamente construida fachada, Wells recompone su expresión, tratando de ocultar el torbellino de emociones que la simple llamada telefónica ha desatado.

Y sonríe falsamente mientras la chica se despide de todos para ir corriendo a la comisaría.

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En la sala de descanso de S.T.A.R. Labs, Barry Allen compartía sus reflexiones con el equipo sobre lo que le hizo perder la concentración y estamparse contra los barriles de agua.

—Todos dicen que lo que vi es imposible, todos menos Esme, ella siempre apoyo mi historia y formulaba hipótesis junto conmigo a altas horas de la noche en la universidad incluida la de un velocista ¿y si el hombre que asesino a mi mama era como yo?

ECHO| Eobard ThawneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora