19. SOLO UNA MENTIRA MÁS.

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Esme y Wells disfrutaban de una noche tranquila en casa, cenando a la luz de las velas seguido por una película. Era un respiro necesario de la intensidad de sus vidas cotidianas, un momento para reconectar y relajarse.

Sin embargo, la atmósfera calmada se vio perturbada por el insistente zumbido del celular de Wells, que sonó por décima vez esa noche.

Al principio, Esme había ignorado los sonidos, atribuyéndolos a las exigencias habituales del trabajo, alguien del equipo molestándolo. Pero a medida que continuaban, su paciencia comenzó a flaquear. Finalmente, con un suspiro de frustración, se volvió hacia Wells.

—¿Quién sigue llamándote? Es casi medianoche —preguntó, su tono revelando un toque de molestia.

Wells, visiblemente incómodo, miró su teléfono antes de colocarlo boca abajo sobre la mesa.

—No es nadie importante —respondió con evasiva, tratando de mantener la calma.

Sin convencerse, Esme extendió la mano para tomar el teléfono, pero justo en ese momento, volvió a sonar. La rapidez con la que Wells lo arrebató del alcance de Esme solo sirvió para profundizar sus sospechas.

—¿Por qué no contestas? ¿Y por qué no me dices quién es esa persona que te necesita tanto esta noche? —su voz se endureció, marcada por una creciente desconfianza.

Wells, atrapado en su hesitación, guardó silencio, lo que solo incrementó la tensión entre ellos. Esme, movida por una mezcla de curiosidad y frustración, logró arrebatarle el teléfono de las manos. Aunque estaba bloqueado, pudo ver la pantalla iluminarse con una nueva notificación de mensaje de texto que decía: "Sabes lo que quiero y es a ti."

La sangre de Esme hirvió al leer esas palabras, y un fuego de celos y duda se encendió dentro de ella.

—¿Qué es esto, Harrison? ¿Quién te escribe de esta manera? —exigió saber, su voz temblorosa por la emoción.

Wells, ahora de pie, extendió la mano en un gesto de apaciguamiento.

—Esme, por favor, es un mensaje fuera de contexto, ni siquiera sé quién es —empezó a decir, pero ella ya estaba retrocediendo, el teléfono aún en su mano.

—No, no quiero escucharlo ahora —Esme interrumpió bruscamente, su corazón golpeando dolorosamente contra su pecho.

Giró sobre sus talones y se dirigió hacia la habitación, dejando a Wells detrás, llamándola por su nombre en un intento fallido de detenerla.

—¡Esme! —la voz de Wells resonó en el pasillo, pero ella no se detuvo ni se volvió.

Al llegar a la puerta de la habitación, Esme se volvió brevemente.

—No te acerques a la habitación esta noche. Quédate en la sala —dijo con firmeza antes de cerrar la puerta de golpe detrás de ella.

Mientras Wells se quedaba solo en la sala, el silencio pesado y sus propios pensamientos le pesaban. La confianza y la seguridad que siempre había existido entre ellos se habían quebrado, dejándolo reflexionar sobre cómo había permitido que esta situación se deteriorara hasta este punto.

ECHO| Eobard ThawneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora