21. ¿ES UNA AMENAZA?

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Esme acababa de terminar de ayudar a Barry a prepararse para su cita, ajustando su corbata con una sonrisa de satisfacción. Al salir del laboratorio y dirigirse a su casa, su mente estaba aún en el entusiasmo de la velada de Barry, esperando que todo fuera perfecto para su amigo.

Pero al llegar a su casa, su ánimo cambió al ver a su hermana, Alexandra, esperando en su auto estacionado frente a la entrada.

Alexandra bajó la ventanilla y la llamó. Esme se acercó con una mezcla de curiosidad y desconfianza, siempre cautelosa cuando se trataba de su familia.

—Hola, Alex —saludó Esme, ocultando cualquier rastro de sorpresa—¿Quieres entrar? — Alexandra negó con la cabeza, su expresión grave.

—No, Esme, solo vine a hablar contigo un momento —Esme arqueó una ceja, su instinto de defensa en alerta.

—¿De qué se trata? —Alexandra tomó aire, visiblemente nerviosa—Deberías mudarte, hermanita, irte lejos antes de que sea demasiado tarde.

La mirada de Esme se endureció, su postura se volvió más firme, como la de una leona protegiendo su territorio.

—¿Es eso una amenaza? —preguntó, su voz baja pero cargada de un desafío latente.

—No, claro que no —respondió Alexandra apresuradamente, levantando las manos en un gesto de paz y dandole un sobre amarillo—Escucha, sé que no nos llevamos bien en la familia, pero quiero que sepas que no quiero verte lastimada y...

Esme la interrumpió con una risa seca, cortando el discurso de su hermana con una autoridad que brotaba de su determinación inquebrantable.

—¿Quién te crees que eres, Alex? ¿Piensas que puedes venir aquí y dictar mi vida con advertencias veladas?

La seguridad en su voz resonaba con la firmeza de alguien que se negaba a ser intimidada. Alexandra titubeó, tratando de encontrar las palabras correctas.

—Esme, solo quiero ayudarte. Creo que estás en peligro y...

—¿Peligro? ¿De qué hablas? —La voz de Esme se elevó, sus ojos chispeando con fuego—Si piensas que sabes algo sobre mi vida o sobre las personas en ella, te equivocas. No tienen derecho a meterse en mi vida. Y si hay secretos, secretos que aún no conozco, no son tuyos para revelarlos ni usarlos para asustarme.

Alexandra se mordió el labio, claramente luchando entre la lealtad familiar y la preocupación genuina por su hermana.

—Esme, solo estoy tratando de protegerte. Wells no es quien crees que es. Hay cosas que deberías saber —Esme dio un paso hacia adelante, su presencia imponente.

—Si hay algo que necesito saber, lo descubriré por mí misma. No necesito que vengas aquí con tus advertencias y tus insinuaciones. Si crees que puedes manipularme para que haga lo que tú o nuestra familia quieren, estás muy equivocada.

ECHO| Eobard ThawneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora