O72

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Aterrizamos en una playa, con una pequeña casa a lo lejos.

El cielo estaba gris oscuro y llovía.

Me tumbé en la arena mientras las olas frías golpeaban mi ropa.

Además del dolor que todavía bailaba dentro de mi cuerpo, esa sensación aplastante del alma me pesaba.

—¿Están todos bien?— Gritó Hermione.

—Sí.— Hablé en voz baja.

Me levanté hasta quedar sentada.

Miré para ver a Harry, sosteniendo a Dobby.

Lo estaba sosteniendo tal como sostuvo a Cedric.

—¡Hermione, ayuda! ¡¿Tienes algo?!— Harry gritó.

La sangre brotó del pecho de Dobby cuando Harry sacó la daga.

Hermione sacudió la cabeza mientras miraba al suelo.

Me tapé la boca mientras las lágrimas llenaban mis ojos.

Dobby iba a morir.

Dobby le dio a Harry una suave sonrisa.

—Qué lugar tan hermoso para estar con amigos. Dobby está feliz de estar con su amigo, Harry Potter.— Dobby habló en voz baja, antes de tomar su último aliento.

Los ojos de Dobby perdieron su brillo cuando pasó.

Me levanté y caminé hacia Harry.

Me senté a su lado, mientras él sostenía el cuerpo sin vida de Dobby.

Luna ya estaba fuera de la casa y vino y se sentó junto a nosotros.

—Deberíamos cerrarle los ojos y entonces podría estar durmiendo.— Luna habló con tristeza.

Harry asintió, mientras las lágrimas caían de sus mejillas.

—Vamos a enterrarlo. Correctamente, sin magia.— Nos anunció Harry.

...

Después de dejar descansar al elfo doméstico, nos sentamos todos adentro.

Me senté en una ventana, mirando a lo lejos.

—No te ves tan ruda como te sientes.— Luna habló mientras se sentaba a mi lado.

—Me veo bastante ruda.— Dije, mientras miraba mi reflejo en la ventana.

Mi cabello estaba grasoso y enredado.

Tenía un corte profundo en el labio, por Bellatrix, y uno en la frente por una caída.

Mi cara y mi ropa tenían sangre seca y suciedad.

Tenía el ojo morado y cerrado por la hinchazón.

Mi cara era negra y azul.

Mi ropa estaba sucia y hecha jirones.

Me sentí sucia, magullada y rota. Parecía agotada y cansada.

—Aún no estás rota, todavía en una sola pieza.— Luna me consoló.

—Siento que lo estoy. Puede que no parezca rota, pero necesito que me arreglen. Maldita sea, estoy exhausta.—  Resoplé.

Todo dolía.

Mi cuerpo, mi corazón y mi alma.

Acabo de terminar con todo.

—Bueno, has llegado hasta aquí sin tirar la toalla. Eso tiene que significar algo.— Luna me dio una sonrisa tranquilizadora.

La miré larga y duramente.

—Estoy tan harta de todo. Todos siguen muriendo, y no puedo evitar pensar... ¿por qué no puedo ser solo yo? Bellatrix usó la maldición cruciatus contra mí, ¿por qué no pudo simplemente haberme matado? ¡¿a mí?!— Negué con la cabeza.

—Es porque Draco es uno de ellos. Estás enojada porque tienes sentimientos por él que no puedes controlar.— La voz de Luna era suave y tranquilizadora.

Odiaba que ella dijera la verdad.

Odiaba que después de todo, todavía sintiera lo mismo por Draco.

—Lo odio, Luna.— Me degradé.

Harry caminó rápidamente y se paró detrás de Luna y de mí.

Nuestras cabezas se volvieron hacia él.

Acababa de salir de la ducha y también estaba con ropa limpia.

—Puedes odiarlo todo lo que quieras, pero Malfoy es la única razón por la que te distinguimos a ti y salimos de la mansión Malfoy.— Harry habló con severidad.

—¿Qué quieres decir?— Luna le preguntó a Harry.

—Por lo que dijo Hermione, Draco les rogó que se detuvieran. Ambos tienen debilidades el uno por el otro, les guste o no. Esa promesa que ustedes dos hicieron, tiene un control alrededor del corazón de Draco. Gracias a usted, él tenía la guardia baja. . Por tu culpa, nos dejó ir.— Harry me señaló mientras hablaba.

No importa cuánto lo odiara, no iba a cambiar el hecho de que Draco me salvó.

Al salvarme a mí, los salvó.

—Oh, sí,—  Habló Harry de nuevo mientras me entregaba mi varita, — también recuperé esto.

Harry sonrió mientras sostenía una mano llena de varitas.

Les había quitado la mayoría de sus varitas, así como la nuestra.

—Gracias.— Logré decir, mientras tomaba mi varita.

—Sí, ahora ve a ducharte.— Me dijo Harry, mientras tomaba mi mano para ayudarme a ponerme de pie.

Entré al baño.

Era pequeño, pero lindo.

Me habían preparado toallas y ropa limpia.

Esta fue la primera ducha que tuve en mucho tiempo y, hombre, se sintió bien.

A medida que el agua escurría de mi cuerpo, éste se descoloró por toda la sangre y la suciedad.

Me froté hasta que mi piel estuvo roja y en carne viva.

No sólo porque estaba sucia, sino porque todo lo que podía sentir en mi piel… era el toque de Draco.

Que relación de amor odio tengo con su toque.

Tal vez porque seguí diciéndome a mí mismo que si sigues diciéndote que lo odias, eventualmente dejarás de amarlo.

Ni siquiera podía creer las mentiras que me decía a mí misma.

Terminé mi ducha y me vestí rápidamente.

Cuando abrí la puerta del baño, allí estaban Harry, Ron y Hermione.

—Está listo para hablar.— Hermione me dijo.

—¿Quien?— La cuestioné.

—El duende.

Esmerald 𝑫.𝑴. -Traducción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora