Esmerald 𝑫.𝑴. -Traducción

O17

Así que allí me senté, en la habitación de la profesora McGonagall, con Draco... y Neville.

— ¿Qué diablos hiciste? — Le susurré a Neville.

— Robé algo del armario de Snape, ¿qué hiciste? — Neville susurró de vuelta.

— No quieres saber. — Gemí mientras yo me derrumbó en mi silla.

Treinta minutos de estar sentada aquí y mirando la pared.

Qué tiempo para estar vivo.

— Psst. — Draco me susurró, Giré la cabeza hacia él y me tiró un papel enrollado.

Si bien era casi demaciado mis manos, se convirtió en cenizas.

— Sin notas de paso, Sr. Malfoy. — Dijo McGonagall, volviendo a poner su varita en su escritorio.

Draco me hizo una pequeña carita de beso, antes de sonreír y apartar la mirada.

— Ew. — Dijo Neville, fingiendo vomitar.

— No hable, señor Longbottom. — Dijo McGonagall.

Dejé escapar un largo y fuerte suspiro.

Me incliné hacia delante, apoyando la cabeza en mi escritorio. Dejé caer mi cabeza sobre la madera repetidamente.

Silencio.

Silencio.

Silencio.

Silencio.

Apoyé la cabeza en mi escritorio y giré mi rostro hacia Draco.

Draco me miró, las comisuras de su labio se levantaron y formaron su sonrisa diabólica.

Esa sonrisa suya hizo que mis rodillas se debilitaran.

...

— No puedo creer que hayas recibido una detención, tienes suerte de que no nos haya costado ningún punto de la casa. — Hermione resopló, mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.

— Sí, sí, lo sé. Lo siento, usé el baño demaciado tiempo. — Respondí sarcásticamente mientras ponía los ojos en blanco.

Rose voló por la ventana, dejó caer la nota al suelo, antes de sentarse en su percha.

Cogí la nota y la abrí.

Campo de Quidditch. — Sr. Malfoy.

Leí rápidamente la nota, antes de meterla en el cajón con el resto de ellos.

— Me tengo que ir, vuelvo. — Le dije a Hermione mientras me ponía los zapatos y tomaba mi abrigo.

— Comportarte. — Ella arqueó una ceja hacia mí.

— Siempre. — Me reí mientras salía corriendo por la puerta.

El sol casi se estaba poniendo, haciendo que la nieve reflejara los colores del cielo.

Rápidamente bajé pasando la cabaña de Hagrid, hacia el campo de Quidditch.

Draco llegó volando en su escoba, deteniéndose justo en frente de mí.

Su abrigo hacía juego con mi sombrero gris carbón que llevaba puesto.

La nariz y las mejillas de Draco estaban sonrosadas por el aire fresco del invierno.

— Súbete, quiero llevarte a dar un paseo. — Draco palmeó suavemente el frente de su escoba con su mano libre.

Draco había sido el buscador del equipo de Slytherin durante los últimos años.