Propuesta

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Capítulo 7

Zoro se subió al bus justo a tiempo. Sacó su móvil y, con calma, empezó a eliminar todos los mensajes que se le habían acumulado desde el día anterior por culpa de su actual "fama". Entre ellos, encontró que tenía 15 mensajes no leídos de Barto. «¿Y a este qué le pasa?». Pensó en borrarlos también, pero su curiosidad fue mayor.

Tal como sospechó, los primeros 11 mensajes eran de disculpas, haciendo énfasis una y otra vez en que él no había subido el video que se hizo viral, que jamás se atrevería a subir algo sin su permiso, que estaba dispuesto a rastrear a los culpables, y si era necesario, obligarlos a bajarlo.

Zoro sonrió un instante, imaginándose a aquel intenso hombre amenazando de muerte a algún pobre muchacho.

Siguió leyendo y descubrió que los últimos mensajes eran de mayor interés.

Para compensar el daño que les hicieron con ese video, mal grabado y de pésima calidad, decidí crear la primera fanpage de One Piece. Pero claro, no subiré nada sin su debida autorización.

Zoro entró al link que le indicaba y abrió los ojos con sorpresa.

Barto parecía ser todo un profesional en idolatrar gente, pues no solo les había creado un logo bastante bueno, sino que ya contaba con una pequeña compilación de fotos y videos editados del concierto que habían dado en el Baratie, además de una corta semblanza de cada integrante.

Zoro se sintió ofuscado, pero tenía que reconocer que era un gran trabajo de diseño.

Agradeció, copió el link y lo compartió en un chat especial que tenía con el grupo. Estaba seguro de que Luffy y los demás se iban a emocionar...

—Oye, pelo verde, ¿no se supone que bajas aquí?

Zoro pegó un brinco cuando escuchó la voz del conductor y saltó justo a tiempo frente a la estación donde se encontraba el Baratie.

—Por poco... —jadeó.

Para él era común pasarse de estación, así que agradeció que en esa ocasión no tuviera que correr de regreso.

Se alisó la ropa, guardó el móvil y entró.

En cuanto puso un pie, sintió cómo todos a su alrededor clavaban la atención en él y comenzaban a susurrar entre ellos. «Váyanse a la mierda», pensó malhumorado mientras guardaba las manos en los bolsillos. Sin reparar más en el asunto avanzó hasta los vestidores donde tenía su uniforme. Para su buena suerte, el lugar estaba vacío, así que respiró profundo, guardó sus pertenencias y comenzó a desabotonarse la camisa.

Pero su aparente calma fue interrumpida por unos pasos que se detuvieron muy cerca de su espalda.

—Vaya, el marimo estrella acaba de hacer su aparición.

Zoro sintió que la comisura de la boca le temblaba, pero no quiso voltear en ese momento. Temía que el color se le subiera a las mejillas.

—Lárgate, cocinero de mierda. No estoy de humor.

Sanji se recargó en el locker de al lado, acercándose a su rostro con una mueca burlona. —Es una lástima que te borraras el letrero de la frente, te iba bastante bien.

Como sucedía seguido, Zoro no pudo aguantarse las provocaciones y lo tomó de la corbata con violencia.

—¡Métete en tus asuntos!

Pese a lo intimidante de su voz, el cocinero ni siquiera se inmutó.

—No quiero, guitarrista idiota. Mi día no está completo si no me burlo de ti.

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