Decisiones

102 19 67
                                    

Capítulo 23

Luffy y Law dejaron un momento la fiesta para entrar en el cuarto de Zoro. Últimamente era el único sitio donde lo podían encontrar. El obsesivo guitarrista estaba sobre la cama con sus audífonos puestos, practicando sin descanso.

—¡Deja eso un rato!, ¡tenemos que celebrar que llegamos a la final! —exclamó Luffy mientras le quitaba los audífonos para llamar su atención—. Todos preguntan por ti, ¿no vas a salir aunque sea a saludarlos?

Zoro hizo una pausa, se sobó los párpados y se masajeó con suavidad las manos adoloridas. Llevaba días sin hacer otra cosa que no fuera tocar.

—No tengo tiempo para eso —soltó con la voz claramente agotada.

Law, que permanecía a un lado de la puerta, clavó la vista en el número de latas de cerveza vacías que había en el suelo. No recordaba cuándo había sido la última vez que vio a su amigo comer. Observó un momento las cuerdas de la guitarra y notó que parecían estar teñidas de un suave color marrón. Zoro llevaba tanto practicando que los callos de sus dedos habían comenzado a sangrar.

—Si sigues con ese ritmo, te vas a enfermar.

Zoro estiró la mano hacia la última cerveza que le quedaba, la abrió y se la empinó con bastante prisa. Law se la arrebató.

—¡Así no vas a solucionar las cosas, si tanto te afecta lo que pasó con ese tipo, llámalo de una maldita vez!, da lástima verte así.

—¿Llamar?, ¿a quién? —terció Luffy, quien no estaba al tanto de lo que estaban platicando.

Nadie se dignó a contestarle.

—El único interés que tengo por él son las ganas de superarlo, lo demás me tiene sin cuidado —mintió—, queda poco tiempo para el concierto final, así que déjame practicar en paz.

Law se pasó la mano por el cuello con frustración y se levantó de golpe. —Como quieras, ya me cansé de insistir. ¡Allá tú y tu maldito orgullo!

Salió del cuarto y aventó la puerta.

Luffy, quien seguía sin comprender lo que estaba sucediendo, miró un momento a Zoro y ladeó la cabeza.

—Te ves muy triste. Eso está mal.

Zoro no le respondió, pues ya se había vuelto a colocar los audífonos y tenía los ojos cerrados para concentrarse mejor.

Luffy se cruzó de brazos e intentó poner su cerebro a marcha forzada para comprender aquella situación. Su mente no era tan avispada como la de Torao, tenía que aceptarlo, pero no le gustaba ver al pobre de Zoro así. Miró a su alrededor y entonces lo notó. El enorme póster de Ojos de Halcón no estaba por ninguna parte, tampoco sus discos. ¡Así que se había enojado con él!

Pero... ¿por qué?

Sabía bien que a Zoro le gustaba mucho, tal vez se había negado a salir con él... o quizá...

Se acercó al guitarrista y le levantó nuevamente el auricular.

—Si Ojos de Halcón no quiere darte, habrá muchos otros que sí quieran, ya déjalo ir.

Unísono Donde viven las historias. Descúbrelo ahora