Sorpresas

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Capítulo 10

Mihawk cerró los ojos un momento y saboreó el delicioso langostino. Hace mucho que no comía algo así. Pero ni siquiera ese increíble sabor podía hacer que su carácter estricto cediera aunque sea un poco. Tragó con lentitud y tras limpiarse con una servilleta quitó el video que estaban viendo sin permitir que la canción llegara a su final.

—Estos tampoco.

Perona, quien ya se había terminado todo su langostino, miró con codicia lo que el guitarrista aún tenía en su plato.

—Esta vez estoy de acuerdo, pon el siguiente —pidió mientras acercaba su tenedor, peligrosamente.

Mihawk alejó su comida para ponerla a salvo y puso el demo del siguiente grupo. Llevaban más de 150 vistos y tan solo había seleccionado a dos.

En su gran pantalla una melodía monótona comenzó a sonar, y en cuanto escuchó que el baterista se equivocaba con el ritmo, decidió quitarlos también.

—¡Oye, no tan rápido! —se quejó la manager, quien llevaba su propia lista de seleccionados—, ¡no me das tiempo de apreciarlos bien!

Mihawk tomó un gran trago del vino blanco que habían decidido descorchar.

—Si yo digo que son malos, lo son... Por cierto, ¿de dónde es la comida que trajiste?

La joven esbozó una enorme sonrisa. —Se llama Baratie y lo mejor es que podemos pedir a domicilio, ¡mira!

Le entregó la tarjeta que Law le había dado y Mihawk la observó con detenimiento. —Tiene anotado un número personal, se nota improvisado y poco profesional para ser un restaurante de categoría.

Perona se alzó de hombros. —¿Y eso qué?, tal vez el hostess se quedó prendado de mi belleza y por eso me lo ofreció, ¡qué se yo! La comida es deliciosa, así que deja de quejarte.

Mihawk se tomó otro bocado y cerró los ojos un momento, saboreando con lentitud. —En eso tienes razón.

Esta vez fue la chica quien tomó el control y puso el siguiente video. Mihawk se recargó en el sillón y continuó saboreando con los ojos cerrados mientras una batería marcaba el inicio de una nueva canción.

Esta vez... había algo especial en la música. No sonaba nada mal...

La guitarra empezó su parte y Mihawk sintió un vuelco en el corazón, tan grande, que el bocado casi se le va por donde no debía. Abrió los ojos y confirmó su sospecha.

Era él.

Roronoa tocaba increíble, tal como lo recordaba. Y no solo eso, sus acompañantes tenían talento también. Se llevó el puño a la boca como un intento de acallar la emoción que estaba sintiendo y clavó su entera atención en la melodía pegajosa y alegre que estaba escuchando.

—¡Ahh! —gritó de repente Perona—. ¡Es el guitarrista idiota! ¡El tipo del video viral!

Mihawk la miró de reojo con sorpresa, recordando el video que Hancock le había intentado mostrar. «¡Por qué demonios no lo vi antes!», se lamentó.

Perona se acercó un poco más a la pantalla y observó al bajista que tenía una gabardina abierta y un gorro moteado. —Se parece al hostess del Baratie —masculló para sí. Observó su cuerpo lleno de tatuajes y su facha despreocupada, muy diferente al porte elegante que tenía el hombre que la había tratado como una princesa horas atrás. —Nah, debe ser otro —concluyó. Y simplemente no le dio importancia.

Escucharon gustosos el resto de la melodía. Al terminar, ambos dieron el mismo veredicto.

—Están dentro.

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