Oportunidades

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Capítulo 9

El desayuno ya había terminado y Zoro miró su reloj con algo de tensión. «Vamos a llegar media hora antes», presintió. Alzó la vista y observó a sus dos compañeros de departamento que estaban terminando de arreglarse para la entrevista prometida.

—¡Vámonos ya, no quiero llegar tarde a mi primer día de trabajo! —exclamó Luffy mientras intentaba atarse la corbata sin éxito.

Law se acercó a él para ayudarle. —No te apresures, apenas vamos a pedir el favor. Ni siquiera sabemos si hay vacantes disponibles —murmuró muy cerca de su rostro mientras ataba con maestría el nudo que Luffy no había podido lograr. Al chico se le encendieron las mejillas y desvió la vista avergonzado, pero ninguno de los otros dos lo notaron.

—Solo espero que Zeff esté de buen humor —masculló Zoro mientras tomaba las llaves. Miró un instante a Law y descubrió que sus ojeras estaban más marcadas de lo habitual.

—¿Mala noche? —le preguntó a la par que abandonaban el departamento.

Su amigo soltó un quejido. —Estoy bien, pero me desvelé un poco —Zoro miró de reojo que llevaba un folder con su curriculum y quién sabe qué más papeles. Estaba seguro de que había pasado toda la noche preparando algún tipo de presentación. «Ojalá lo logren», pensó. Ya habían gastado todos sus ahorros, en verdad necesitaban de un golpe de suerte.

Cuando llegaron al Baratie lo encontraron casi vacío. Adentro, solo estaba Zeff y Sanji, quienes solían llegar antes de que amaneciera para negociar la compra de productos frescos.

—¿Te caíste de la cama, marimo, o se descompuso tu reloj? Falta mucho para que empieze tu turno —se quejó el rubio, como si verlo a tan temprano le resultara de lo más desagradable. Zeff, por su parte, clavó su entera atención en los dos jóvenes que lo acompañaban.

—Buen día —saludó Zoro, ignorando por completo al cocinero rubio que quería buscar pelea—. Zeff, podemos hablar contigo un momento.

El cheff dejó lo que traía entre las manos y se lo dio a Sanji junto con algunas indicaciones. —Tienes cinco minutos, qué diablos quieres.

Zoro tragó saliva, siempre le costaba tratar con él. —Verás, ellos dos están buscando trabajo y...

—No me interesa —tajó el chef.

Zoro se quedó boquiabierto sin saber qué más decir.

Para su suerte, Law dio un paso al frente. —El Baratie está catalogado como un restaurante de una estrella, pese a que la comida es excelente. Me pregunto por qué —soltó con ironía. Zeff lo miró un instante, intrigado.

Al ver que había logrado captar su atención, Law continuó. —Lo que necesita este restaurante es publicidad y una modernización en la logística; tardan demasiado en servir. Es bastante trabajo para usted solo, quien además de encargarse de toda la administración del lugar, prepara personalmente el menú de cada temporada, ¿no es así? El tiempo se le está agotando. Si no hace algo pronto, el Baratie jamás obtendrá el reconocimiento que merece.

El chef se cruzó de brazos y ladeó la cabeza. —Adivino, y tú serás el cerebrito que me ayudará a resolver todos mis problemas.

Law, imitó su postura, irreverente. —Por supuesto. Puedo con eso y más.

Zoro tosió de repente cuando la saliva se le fue por donde no debía. Law estaba siendo demasiado engreído, pero al ver que Zeff esbozaba una sonrisa de lado consiguió tranquilizarse.

—¿Un tipo como tú no debería estar trabajando en un sitio importante? ¿Por qué te interesas en venir aquí?

Law se sinceró: —Trabajé demasiados años en un lugar así y no me interesa volverlo a hacer.

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