Ya no quiero hacer pasteles - Creepypasta

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**NOTA DEL RECOPILADOR: Creepypasta sobre Rosita Fresita encontrada en un chan hispano (no,no es Hispachan -RIP-). Si me bajan esta recopilación de Wattpad entonces estaré subiendo las historias a mi Blogger (nadie lo va a ver :'v).

Rosita Fresita, aquella niña dulce y tierna, con su típico vestido floral se dispuso a hornear sus tradicionales pasteles cubiertos de glaciado de fresa, pronto la cocina fue envuelta en la esencia pastelera que Flancita y Muffin olieron, su apetito venia acompañado de ladridos y maullidos, Rosita río gustosa por que la masa se estaba transformando en una delicia, la masa se mezclaba con algo que la teñía de rojo, presuntamente fresas con huevo y leche, Rosita realizaba las mezclas mecánicamente, era tipico de alguien que ya estaba metida de lleno en la repostería, Rosita se propuso vertir la mezcla en un molde pero se centro en un una pequeña pala pastelera, la punta estaba cubierta de algún jugo rojo, voltio para atrás para cerciorarse de que Flancita y Muffin la habían dejado sola, dejo la mezclo en el molde y tomo la pala con precaución de no tocarla hasta ponerse los guantes, abrió la llave y sumergió la pala frenéticamente para que la pequeña mancha fuera limpiada.

La pala volvió a su lugar, Rosita cerro la puerta de la cocina y cerro la ventana que estaba en frente de ella, parecía perdida y solo estaba concentrada en la pala que acaba de limpiar, pronto volvería en si, sus manos fueron hacia la mezcla dejada por ella, el proceso continuo y pareció recuperar sus vividos colores antes de aquel incidente, en una hora el pastel estaba listo y fue al comedor para disgustarlo con sus mascotas que creía que la estaban esperando detrás de la cocina pero solo se encontró con una atmósfera poco apaciguadora una donde sus pensamientos empezaban a cobrar sentido, la pala, los frutos rojos que se había encontrado aquella mañana, pero sobretodo la mancha que la había turbado, tomo asiento en la mesa, sus manos se postraron sobre la superficie magenta, sus parpados comenzaron a temblar, sus dedos comenzaron a rasgar la mesa dejando un rastro carmesí, jugoso y brillante; Sus falanges se empezaban a desorbitar por el empuje agresivo contra la mesa, el ambiente silencioso de antes fue invadido por el rasguñar tortuoso, Rosita se paro, sus ojos seguían postrados en la nada, dio unos pasos torpes a través de la habitación y no parecía sufrir por su mano que se empapaba de rojo, sus dedos maltrechos que daban la impresión de haber sido triturados, empujaba los pies como si rengueara, con su otra mano dio un suave golpe a la puerta al pasillo, sus pasos parecían volverse mas torpes conforme se dirigía a las escaleras, empezó a subir escalones con la cara anclada al suelo, tras de sí dejaba gotas rojas que que se resbalaban de su mano maltrecha, empezaba a sujetarse firmemente de la barandilla, clavando sus uñas en el grueso de la madera, parecía tener la intención de volver a destrozar sus dedos funcionales pero se detuvo de hacerlo en su tortuoso camino arriba, una vez que alcanzo la planta de arriba acelero su caminar hacia el cuarto de su hermana, la puerta estaba decorada con un cartel que con letra brillantes doradas se leía la leyenda "Manzanita", ella empujo la puerta y observo la recamara de su hermana, una cama de tamaño infantil perfectamente tendida, juguetes y peluches con un orden de tamaños, desde la ventana se veía que ya era tarde, los ojos de Rosita se empezaban a cansar al buscar cualquier rastro de que algo estaba fuera de lugar pero no parecía embonar le algo, su desesperación empeoraba y empezó a revisar rigurosamente los cajones y tampoco le importaba usar su mano desfigurada, si algo no le parecía ella iba llegar a la razón de todo ello, aunque su sufrimiento era claramente visible ella no renunciaría a su exhaustiva búsqueda; la imagen armoniosa de la recamara de Manzanita se había desvanecido, cajones completamente vaciados y sombreros, pijamas, calcetines y ropa interior tirada rodeaban a Rosita, el asunto la había colmado hasta el punto de que podría deshacer un pastel solo por la frustración de no haber encontrado nada, sus pensamientos que se cruzaban unos con otros entonces conectaron y pronto se voltio para fijarse en el armario de su habitación, con su única mano buena comenzó a abrir el armario y sacar atuendos, sombreros y prendas, el proceso era lentamente al tener que trabajar con una sola mano pero pronto un olor a carne se regaba por la habitación esto motivo a seguir escarbando en su hondo armario para solo divisar la manita de su hermana, tomaría sus dedos y los acerco a su cara rosada pero espero sentir su calor pero solo se topo con la frialdad de sus yemas, cargaría a Manzanita y la acostaría sobre su cama, sus mechones dorados, donde había una cálida mirada ahora se reflejaba una mirada sin gusto y sin sensaciones, ella seguía portando su vestido florial y sus zapatitos rojos.

Rosita se regocijo alrededor del cuerpo inmóvil de Manzanita, esperando que la risa juguetona de ella volviera a cantar para alejar la soledad que sentía, en su sentir se aferraba a la idea de que Manzanita estaba jugando para volver a despertar, la silueta de una niña de mechones dorados acompañada de su sombrero que corría en campos de tulipanes pronto se desvanecía de la cabeza de Rosita, sus manos querían volver tocar su barriga pero noto lo hueco de esté, abrió el vestido para ver el pecho desnudo, una cicatriz gruesa que iba desde el abdomen al vientre hizo temblar las manos de Rosita, su pulso se congelo y sus ojos se hundían en aquella imagen; Algo similar encontró en las muñecas de su joven hermana, señales de que una transfusión de sangre había sido efectuada, su hermana era solo una cascara, su jugo carmesí había sido reducido y sus órganos habían sido quitados de su sitio, todo ello envolvió la ya fracturada mente de Rosita que se encojió en el suelo cabíz baja, intentaba asimilar todo esto pero no quería ya saber nada, se acosto y abrazo a su hermana, temiendo que se le quitara, temiendo que se le separará de ella así como le habían hecho con sus padres y sus brazos rodeaban al cascarón de Manzanita, se soñaba junto con una familia unida, papa y mama a sus costados con grandes pasteles y con sonrisas grandes en sus rostros, pero sus ojos se cubrían por su "Toque Blanché", rodeados de país de too tipo de frutas y pasteles recubiertos de todo tipo de glaciares; Con la mirada totalmente consternada se volvía a la comedor para ver que el pastel seguía ahí, su dedos se empezaban a contorsionarse arremetió contra el pastel, el suelo se tiño de rojo, sus suelas pisaban la masa sin parar embadurnando el piso con glaciar rosa, empezó a frotar su cara contra lo que quedaba del pastel, su rostro quedo untado de sangre con una mirada inexpresiva,

de sus labios salío la frase;

-Ya no quiero hacer pasteles

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