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*Unos meses antes*

Una figura caminaba con lentitud por la espesa nieve, sus pasos crujían al apoyarse sobre la superficie.

Llevaba una mano metida dentro del bolsillo de una larga gabardina negra que le cubría la mayor parte de su cuerpo. La otra extremidad, sostenía de una manera ligera una espada, casi tan larga como la estatura del hombre, que iba apoyada sobre su hombro. Mantenía la mirada fija en el suelo, tapando la mayoría de las facciones de su rostro con un sobrero blanco moteado.

Cualquiera diría que estaba perdido, ya que la ventisca que azotaba en ese momento el lugar no dejaba ver prácticamente nada en el horizonte. Aun así, el hombre caminaba seguro, sin tener ninguna duda de hacia dónde se dirige.

Entre los copos que caían comenzaron a verso poco a poco una estructura metálica, incrustada entre las rocas de una montaña. Una leve sonrisa ladeada apareció en los labios del hombre, de una manera fugaz para luego desaparecer volviendo a una fina línea recta inexpresiva.

Subió las escaleras que daban al edificio sin dudarlo, manteniendo el ritmo que había llevado durante toda su travesía.

Antes de pisar el último escalón la puerta de la entrada comenzó a abrirse dejando a la vista una figura con un extraño traje de protección que se interpuso en el paso del hombre.

- ¿Qué estás haciendo aquí Trafalgar Law? - dijo con una voz temerosa.

- Quiero ver a Caesar Clown - contesto secamente.

....

Después de la incómoda reunión con el científico parecía que los aviones del Shichibukai se habían puesto en marcha. Le había costado tener que darle su corazón para poder conseguir la confianza del ahora dueño de las instalaciones, pero era un riesgo que estaba dispuesto a correr con total de llevar a cabo su plan.

Se encontraba recorriendo uno de los pasillos del interior del edificio, le iba a costar recorrer todos y cada uno de los espacios de aquel inmenso laboratorio hasta encontrar la zona en la que tenía interés.

*Un mes después*

El tiempo había pasado relativamente rápido, recorrer cada uno de los rincones del edificio y la isla había sido razonablemente fácil ya que ninguno de los que habitaban en ella ponía impedimento en el camino del pirata.

Durante esas semanas cumplió su palabra y curó a las personas que habían quedado expuestas al gas. No fue difícil gracias a las habilidades que poseía, pero el compartir espacio con Caesar Clown le enfermaba.

La presencia del científico le incomodaba al igual que la de su ayudante Monet que notaba como lo analizaba cada vez que estaban en la misma sala. Su cuerpo no mostró reacción alguna en su presencia, pero se ponía en tensión cada vez que coincidía con cualquiera de los dos.

Acababa de salir de la Biscuit room, donde se encontraban los niños que estaban siendo cobayas de los experimentos del científico cuando escucho unos pasos acercarse desde el fondo del pasillo.

Era uno de los empleados uniformados de amarillo que recorrían el interior del edificio, llevaba una bandeja con un trozo de pan y un vaso de agua, caminaba con paso tembloroso con la cabeza gacha.

Parecía que no se había percatado de la presencia del cirujano ya que casi se choca con este de no ser porque el del pelo negro se aparto de su camino. Fue entonces cuando el vigilante se dio cuenta de la compañía de manera tan abrupta que dio en respingo que casi hace que la bandeja saliese volando.

- Cirujano de la Muerte-dijo encogiéndose - disculpe, no le había visto - añadió intentando normalizar su voz.

El joven estrecho su mirada gris sobre el sujeto que se había quedado petrificado. Desvió la vista a la bandeja para luego mirar de nuevo al frente comenzando a marcharse sin decir nada.

Parecía que había algo que todavía desconocía, en los días que llevaba aquí nunca se había cruzado con ningún sujeto que portase bandejas con comida, ya que a los niños se les llevaba de diferente manera los alimentos.

Seguía dando vueltas al asunto cuando entró en la estancia común donde se encontraban Caesar y Monet sentados en los sofás que siempre ocupaban cuando buscaba un momento de tranquilidad.

- ¡Oe Law! - hablo el científico - ¿qué tal te estás adaptando? - pregunto mientras seguía con la mirada al joven.

Este no dijo nada mientras se dirigía a la mesa en la que se encontraba una cafetera para poder servirse una taza.

Con la cerámica entre sus dedos se acercó a la zona donde estaban sentados y ocupó el asiento que quedaba libre, justo enfrente de Caesar.

- ¿Tienes algún paciente nuevo en el laboratorio? - interrogó ignorando la pregunta que le había formulado anteriormente el de ojos amarillos.

No había levantado la mirada, ya que no quería mostrar interés en la reacción del científico, así que mantuvo toda su atención en la humeante taza que tenía entre las manos esperando la respuesta.

-Shurorororo - río - ¿a qué viene esa pregunta? ¿acaso dudas de mi trabajo?

Law chasqueo la lengua.

- Sabes que tu trabajo no me interesa - soltó de una manera neutral - solo quiero saber si tendré algún otro paciente - levantó la vista conectándola con el científico - no es que tus experimentos siempre salgan bien- finalizó con una sonrisa torcida.

Esa expresión hizo que Caesar apretase los dientes sintiéndose ofendido para luego relajar el rostro intentando restarle importancia.

- No hay nada que no hayas visto ya con tus propios ojos Trafalgar - pronunció sin darle mas importancia al asunto.

El joven no dijo nada más, agachó la cabeza fingiendo perder el interés. Antes de volver a su vista hacia el espeso líquido que contenía la taza pudo ver cómo el científico desviaba su mirada hacia Monet conectando con los ojos de la peli-verde un leve instante.

No le había convencido.

Al día siguiente Law recorría el pasillo en el que se cruzó con el trabajador que portaba la bandeja con lentitud. Se paro enfrente de la puerta del laboratorio de Caesar, ese era el único lugar al que podría haber ido el hombre de amarillo.

Abrió la puerta decidido y analizó la estancia sin adentrarse en ella. En el tiempo que llevaba en ese lugar no le había dado importancia a esa habitación en concreto, ya que su objetivo había sido la sala "D", donde se fabricaba la sustancia SAD.

Dió un paso al interior para darse cuenta de que a la izquierda de la sala se extendía un pasillo que parecía bastante largo, no se había percatado de eso porque nunca había entrado al interior de la sala.

Después de cerrar la puerta se encaminó por el estrecho espacio, la iluminación era escasa pero el joven caminaba sin perder el ritmo. Hasta que se detuvo en frente de una puerta metálica que bloqueaba el paso, en un lateral había un marcador numérico levemente alumbrado por una luz roja que estaba sobre el mismo.

Estiro su brazo izquierdo hacia la puerta colocando sus dedos en el frío metal para comprobar que no era un material cualquiera.

- Kairōseki - dijo entre dientes bajando la mano.

Podría cortarla, con su habilidad no le sería difícil, pero llamaría la atención y perdería el privilegio de la confianza de Caesar poniendo en riesgo su plan.

Se dio la vuelta deshaciendo los pasos que había recorrido anteriormente, no podía perder mucho más el tiempo en ese lugar ya que el maldito científico se preguntaría dónde estaba.

Los siguientes días comprobó cómo diferentes empleados, a diferentes horas, transportaban la misma bandeja que había visto la primera vez, con agua y pan hacia el laboratorio. 

- Jikken -Trafalgar LawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora