- Jikken -Trafalgar Law

38.

Law avanzaba rápidamente por los pasillos del barco, como si intentara escapar de algo ineludible. Sus pasos resonaban en la madera, amplificando la tensión en su cuerpo. El eco le recordaba que, por más que intentara correr, no podía huir de la conexión que sentía con Ray, ni de la intensidad que esa relación traía consigo. Sentía la necesidad imperiosa de alejarse, de poner distancia entre ellos. Había algo en la presencia de Ray que lo descolocaba: su cercanía le proporcionaba una sensación de calma, un refugio en medio del caos, pero también despertaba un miedo a lo desconocido que pocas veces había experimentado. Era esa dualidad la que lo impulsaba a escapar. Quería huir, pero al mismo tiempo, algo lo arrastraba a volver a ella.

Finalmente, llegó al pequeño almacén que había tomado como su refugio personal. Cerró la puerta con un golpe seco, como si al hacerlo pudiera cerrar también la puerta a sus pensamientos. El silencio que siguió le ofreció un breve consuelo, pero fue efímero. La oscuridad que llenaba el cuarto no traía paz, sino una inquietante sensación de vacío. Law se quitó el sombrero con brusquedad y lo dejó caer al suelo. Su espalda se deslizó por la puerta hasta que quedó sentado en el suelo, con Kikoku apoyada contra su hombro, como un recordatorio de la constante carga que llevaba.

Enterró el rostro entre las manos, cerrando los ojos con fuerza, intentando bloquear cualquier pensamiento sobre Ray. Pero la imagen de sus ojos, la intensidad de su mirada, seguía ahí, clavada en su mente como una espina. La conexión que sentía con ella era como una corriente invisible que lo arrastraba, impidiéndole respirar. No podía controlar lo que sentía, y esa falta de control lo aterrorizaba.

El pecho del cirujano subía y bajaba con dificultad, como si el lazo invisible que lo unía a Ray le apretara la garganta. Sin pensarlo, activó su Room de manera automática, casi mecánica. El aura azul característica llenó el pequeño espacio, iluminando las sombras. Hizo un movimiento rápido con el dedo, utilizando Tact, y la pequeña libreta que había escondido en un rincón del almacén voló hacia sus manos. Esa libreta era su refugio, su única manera de lidiar con el caos que sentía. Con manos temblorosas, Law la abrió, pasando frenéticamente las páginas llenas de anotaciones desordenadas. Palabras como "contacto", "mirada" y "respiración" aparecían repetidas en varias páginas, subrayadas con desesperación. Eran fragmentos de un rompecabezas que no lograba resolver. Por más que analizara cada interacción, cada sensación, nada encajaba.

Mientras estaba sumido en sus pensamientos, unos golpes suaves rompieron el frágil silencio. Law se tensó de inmediato, su cuerpo se puso rígido como un resorte. Apretó la libreta con fuerza, conteniendo la respiración, esperando que quien estuviera del otro lado de la puerta pensara que la habitación estaba vacía y se marchara.

—Sé que estás ahí, Torao-kun —la voz tranquila de Robin se filtró a través de la puerta, rompiendo su esperanza de estar solo.

Incluso con su tono suave, había algo en Robin que desarmaba por completo a Law. Ella siempre parecía ver más allá de la superficie, comprender cosas que los demás ni siquiera podían intuir. Law chasqueó la lengua con frustración. Sabía que no podía esconderse de alguien como ella. Cerró la libreta con un golpe y se levantó, escondiéndola entre las cajas que tenía cerca. Respiró profundamente, intentando calmar la tormenta que rugía en su interior.

—Pasa —dijo finalmente, su voz más tranquila de lo que realmente se sentía.

La puerta se abrió lentamente, y Robin entró con pasos lentos y silenciosos. Su mirada era seria, pero no severa. Sus ojos analíticos parecían impenetrables, pero su expresión dejaba ver una sutil preocupación al observar el estado en el que se encontraba Law. Las profundas ojeras, la tensión que se acumulaba en sus hombros y en la mandíbula apretada. Todo en él hablaba de alguien que estaba al borde de perder el control.