33.

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Alejarse.

Tenía que alejarse.

Se repetía el cirujano a sí mismo mientras avanzaba por la cubierta del barco. No había querido volver a mirarla, tenía la clara convicción de que si lo hubiese hecho habría cometido un error irreversible.Se maldijo, se maldijo una y otra vez por haber estado tan cerca de ceder a sus deseos. Unos deseos que empezaban a nublar su juicio.

Al llegar a la cubierta central las miradas de los presentes se clavaron en él.El semblante que mostraba el pelinegro era serio, algo que era habitual en él, pero en sus facciones se podía captar algo más, una tensión que se veía reflejada en su ceño fruncido y la mandíbula marcada.

Law fue consciente de que la atención en ese momento se había centrado en él, pero no se detuvo. Abriendo la puerta central se introdujo dentro del barco.

-¿A dónde cree que va? - dijo Bartolomeo poniéndose de pie - ese desgraciado no sabe que este es mi barco, tiene que aprender a respetar...

- Siéntate - ordenó Zoro agarrando el del pelo verde de la cresta de las ropas tirándole hacia atrás para que volviese a sentarse.

Parecía que el espadachín se había percatado que el cirujano no tenía ganas de hablar. Cruzando una mirada con Robin, que también se había movido mostrando su intención de preguntar, negó levemente indicando a su compañera que no se moviera del sitio.

- Supongo que eso quiere decir que no va a querer cenar - pronunció Luffy cortando la tensión del momento abalanzándose a la comida que el resto de su tripulación había guardado para el cirujano.

El pelinegro avanzó por el pasillo de la nave, no sabía a dónde quería ir, solo sentía que en ese momento quería estar solo. Necesitaba organizar sus ideas, sus pensamientos, sus sentimientos. Sintiéndose abrumado, abrió la primera puerta que tenía a mano introduciéndose en la estancia cerró de golpe la entrada para después apoyar su espalda en la superficie de madera. Soltando un suspiro, dejó la nodachi apoyada contra la pared, sintió los dedos entumecidos al haber estado contraídos con fuerza sobre la espada.

Agarrándose la extremidad dolorida con la otra mano caminó unos pasos dentro de la habitación. Parecía que se trataba de un almacén, las cosas que ocupaban el interior estaban colocadas de una manera desordenada, cosa que al pirata le irritó. Echaba de menos el orden de su barco, la calma que en el sentía.

Moviendo un barril que se encontraba tirado en el suelo, lo colocó pegado a la pared para así sentarse. Frotó las palmas de su mano contra su rostro, intentando deshacerse del cansancio que lo asolaba, poniendo los codos sobre sus rodillas. Dejando sus extremidades cubriendo su cara, recapituló lo ocurrido en la cubierta con Ray. Había vuelto a bajar la guardia con ella dejándose llevar por sus impulsos. Cuando tomó la decisión de ir a hablar con ella no sopesó el poder cometer un error, lo hizo sin pararse a analizar las posibles situaciones. Era cómo si ella lo empujara a actuar sin pensar, cosa que no hacía nunca.

Soltando un suspiro, Law apartó las manos de su rostro y se quedó mirando al techo. En un instante, rememoró el momento en que abrazó a Ray, recordando el aroma que había percibido del cabello de ella. No había buscado más que ofrecerle consuelo, pero la fragancia que emanaba de su melena lo envolvió de manera abrumadora. Incapaz de resistirse, había aprovechado ese lapso de tiempo para inhalar profundamente, dejándose llevar por la embriagadora esencia que ella desprendía. Fue un momento fugaz, que lo dejó al borde del abismo de sus deseos más profundos.

Comprendió entonces que debía alejarse antes de perder el juicio por completo. Aunque era cierto que Ray no tenía por qué enfrentar sus problemas sola, él no debía ser su refugio en esta ocasión. Cerrando los ojos, Law llevó una mano a su sien, tratando de aliviar el dolor de cabeza que comenzaba a emerger. En su mente, la imagen de los ojos de Ray, teñidos de lágrimas y resaltando el color gris de sus iris, se materializó de forma vívida. Ese tono ceniza le resultaba inquietantemente familiar, provocándole una sensación de vértigo. Sentía como si esos ojos lo llamaran, invitándolo a adentrarse en un abismo desconocido.

- Jikken -Trafalgar LawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora