◍⁠Día 30◍⁠

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Cartas de amor

No podía más, tenía que gritarlo a los cuatro vientos o terminaría lanzándose contra el bastado "cara de pez" y lo único que lograría es que Kirishima lo odiara.
Tampoco es que sea del todo su culpa, ese idiota se lo había ganado, al ser el más listo entre Kirishima y él, se dio cuenta de sus sentimiento y de vez en cuándo se burla de estos mostrándose más cercano a Kirishima aproposito.

Otra mención importante era la mecánica con la que Kirishima siempre lleva su auto. Era realmente linda, su personalidad fuerte y esa sonrisa igual de filosa la hacían destacable. La ventaja es que era igual de mala ligando, entonces se volvía un poco brusca cuando Kirishima se mostraba más servicial o entraba a su espacio personal de manera repentina.

Podía intentar algo a lo grande para dejarle a cualquier candidato u oponente claro cuál era su lugar.
Por un momento creyó que sería bueno pedirle a Jiro y Kaminari que tocaran la canción favorita de Kirishima mientras cantaba desde la gradas, pero después le pareció demasiado.

También pudo hacer una declaración el día del festival, en el escenario o los juegos mecánicos, la típica situación en la que se suben a un juego y en el momento más cómodo e íntimo decirle todo lo que sentía, pero no, ese día fue una total y absurda competencia.

No quería que su situación se transformara en la que nunca se hacen saber sus sentimientos hasta que ya es demasiado tarde y pasan por un montón de acontecimientos que arruinan la vida del otro o dañan su amistad, para que después solo les queden dos opciones, mágicamente terminan juntos o no se vuelven a ver en su vida.

Sonara tan ridículamente drástico, pero, no cree poder vivir sin al menos ser amigo de Kirishima.

Su padre le dijo que debía comenzar a externar sus sentimientos o darse un tiempo distanciado justificando un poco la razón, porque si no lo único que haría sería terminar así, enojado con Kirishima simplemente porque no lo entiende.

—¿Una carta..? —Shindo miró el pequeño sobre color vino y luego a Bakugo como si fuera algo del espacio.

—¿Qué tiene de malo? Esta decorada de manera personalizada e intenté ser muy claro.

Shindo frunció la cejas aún sin comprender.
—¿Por qué yo? Según me dijeron tenías una pancarta enorme ¿qué tiene que ver con esto?

—Ese era un plan absurdo. Tampoco te creas tan importante, me debes un favor y sus horarios coinciden —dijo Bakugo con determinación, luego chocó el puño contra su palma en gesto de afirmar su confianza.

—Nunca debí explicar lo de Tokage... —Shindo murmuró para sí mismo. —Está bien, solo por el favor.

—Solo era por eso, sigo creyendo que eres un imbécil presumido sin talento —respondió con indiferencia, a lo que Shindo bufo con molestia.

—Bien, cuando me lo encuentre yendo para la área de ingenierías se la daré —tomó su mochila y guardo la carta, se despidió moviendo la mano y se alejo con un gesto molesto.

Bakugo se quedó en la pequeña mesa, exhaló un poco ansioso por lo que pasaría. Estaba actuando como un niño tonto y miedoso pero lo veía como su única opción, la única en la que no montaba un espectáculo que lo solo lo avergonzara.

Cerro los ojos tratando de recobrar su postura, se estaba relajando cuando sintió un peso sobre su espalda que lo hizo abrir los ojos de golpe.

—¡Hola! Te invito a participar en el buzón de intercambio —habló uno de los pocos que se arriesgan a invadir el espacio personal de Bakugo sin preocuparse de como reaccione.

Tenerte a mi lado • Kiribaku Month Donde viven las historias. Descúbrelo ahora