¡ÁLEX, PARA!

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Estudié tantas horas que perdí la noción del tiempo, no sabía la hora que era hasta que miré por la ventana y vi que ya había amanecido. Me resultó raro, porque no me di cuenta que Daniel no estaba en la habitación, (quizá se quedó dormido en el sofá viendo la película). Y estaba en lo cierto, porque cuando me preparé para ir a clase, Daniel estaba volcado boca abajo en el sofá. Daba asco, porque había dejado babas. Me niego a limpiar eso. Agarré mi mochila y me dirigí a clase.

Por alguna extraña razón, las clases se me pasaron volando, al igual que antes. ¿Estaba retomando mi ritmo de estudiante modelo? Eso esperaba, porque el profesor ya nos puso un parcial para el día siguiente. No podía permitirme el lujo de mamonear por ahí como otros. Así que, tan pronto salí del aula, me dirigí corriendo al apartamento para ponerme a estudiar. Necesitaba máxima concentración, así que le dejé una nota a Daniel, rogándole que no me molestara y cuando agarré el móvil para apagarlo, vi que que tenía mensajes... No llegué a abrir el chat por seguridad, me limité a ver los mensajes que aparecían en la pantalla de inicio.

Mi Sofí💖

—Ey, Álex, hoy no te vi por el campus.

—¿Estás bien?

Lo siento Sofí... Apagué el móvil y lo lancé a la cama. No quería saber nada de nadie. Los libros y yo. Punto.

De nuevo las horas pasaban, las letras empezaban a amontonarse hasta que me parecieron borrosas.

—Necesito un café—pensé en voz alta.

Salí a la cocina y busqué en la despensa, pero, sorpresa, sorpresa...no quedaba. Tenía dos opciones: 1. Aguantar como pueda y seguir estudiando, o 2. Bajar al bazar a comprar café. La segunda opción no me agradaba mucho, aunque quizá de camino al bazar me despejaba un poco. Tomé algo de dinero, me puse mi chaqueta y bajé rápidamente las escaleras. Al salir, el aire fresco que se respiraba, ya que en la habitación el olor a la ropa sucia de Daniel empezaba a asfixiar, este aire me dio un tremendo alivio, a la vez que sueño. Caminé hasta el bazar más cercano y compré unas cajitas de café. Rápidamente, retomé mi marcha hasta la residencia. Todo iba bien, hasta que divisé una silueta que hizo que se me encogiera el corazón, y poco deseada en este momento. Me detuve en seco y me escondí tras una pared.

«Piensa, Álex, piensa».

Podía intentar entrar por la parte trasera del edificio. Con el máximo cuidado, rodeé el edificio y me apresuré a abrir pero la puerta trasera, pero esta no cedió.

¿Para qué mierdas tienen una puerta trasera si no puede abrirse? Si hubiera un incendio, estaríamos muertos.

Así que, muy a mi pesar y en contra de mi voluntad, tuve que regresar y entrar por la principal, dejándome sin escapatoria...

—¡Álex!—Sofí se acercó a mí—¿Estás bien? Hoy no te vi y no respondiste mis mensajes...

Quisiera ser frío en este momento, quisiera ser borde y mandarla a la mierda. Pero al ver su cara tan dulce y llena de preocupación por mí, no pude hacerlo.

—Lo siento, yo...—pasé la mano por mi cuello—. Estaba ocupado.

Quisiera subir a mi apartamento ya, a tomar mi café y seguir estudiando.

—Oh...—miró la bolsa que llevaba en la mano—. Apuesto a que fuiste a comprar algo para mantenerte despierto y poder estudiar.

Fake loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora