CAPÍTULO ESPECIAL IV

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ÁLEX

Habíamos pasado unos meses duros con Emma. Nos costó mucho que ella aprendiera a dormir sin Sofí. Cuando Emma no estaba con Sofí o conmigo lloraba. Así que le preparé a Sofí una sorpresa. Reservé un fin de semana para nosotros dos solos en un hotel lejos de todos y poder pasar tiempo juntos. Aunque Sofí opuso mucha resistencia y se inventó excusas para llevarse a Emma porque se negaba a dejarla sola, mi madre se ofreció muy generosamente a cuidar a Emma.—ya verás mamá que pronto te arrepientes de tener nietos cuando Emma empiece a llorar y no la puedas callar—.

Al rato, llegamos al hotel. Sofí se dejó caer muerta en la cama.

—Hacía tanto tiempo que no me tumbaba en la cama sin estar alerta por si Emma lloraba.—soltó un suspiro de alivio.

—Sí...—me tumbé junto a ella —. La amo pero realmente agota.

—¿Y qué esperabas de un bebé? —me miró.

—No sé... Sabía que era una gran responsabilidad pero no esperaba que llorase tanto...

—Ya... ¿Cómo estará Emma? ¿Nos echará de menos?

—Reina, tiene seis meses, ¿Crees que de verdad reconoce que no estamos?

—¡Claro que sí! Ella es muy lista y dependiente. Sabe que no estamos con ella... Tu madre lo va a pasar en grande con Emma.—dijo sarcásticamente esto último—. Espera, ¿Cómo que "reina"?—enarcó una ceja.

—Ascendiste a reina cuando nació Emma. Ella es mi princesa ahora.—Sofí bufó—.Además mi madre quería nietos,¿No? Ahora que afronte las consecuencias.

Sofí rio levemente.

—Cierto...

Honestamente me hubiera gustado poder hacerlo con Sofí nada más entrar en la habitación, ya ha pasado el tiempo suficiente para poder volver a tener sexo con ella —y esta vez sí me aseguré de traer protección—, pero ella lucía muy cansada... Aún era temprano, quizá si dormía un poco luego podríamos... ejem... eso.

Vi como Sofí cerraba lentamente los ojos y la dejé descansar. No la culpo, yo hice lo mismo. Ambos necesitábamos esto, descansar aunque fueran un par de días...

Emma, como padre, te amo más que a mi vida propia, pero como persona, necesito descansar.

Nos despertamos bastante tarde. Prácticamente era hora de cenar, así que invité a Sofí al restaurante cercano al hotel. Comimos tranquilamente sin pensar en cambiar pañales, Sofí darle el pecho —buenas vistas por cierto, gracias Emma— ni estar pendientes por si cierta señorita llora. Fue como volver a antes de todo esto... Me recordó a la cita que tuvimos, el día que la invité a cenar en la universidad por sus notas. Al fin ella pudo hablar con tranquilidad sobre su proyecto de su libro ya que al estar en baja de maternidad, se dedicó a seguir su proyecto desde casa, era lo mejor que podía hacer. En cambio yo en mi trabajo me veía obligado a trabajar quisiera o no, era un importante cirujano y jamás sabría cuándo me llamarían para una operación. Intenté evitar cualquier tema relacionado con Emma para que Sofí se distrajera aunque fuera un rato y no tuviera sus preocupaciones de madre.

Después de cenar como nunca antes habíamos cenado, regresamos al hotel.

—Extrañaba esto...

—¿El qué?—la miré.

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