MILAGRO NAVIDEÑO

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SOFÍ

Al terminar de desayunar, fuimos a cambiarnos para salir. No había un frío excesivo, así que me ahorré el gorro y los guantes.

Sé que Álex pasó mal la noche, aunque no entendía por qué. Suponía que la pasaría mal por mí, pero si yo estuve de acuerdo,¿Qué problema había? Y sinceramente la pasé bien gracias a él... Realmente me sentí arropada y sentí su calidez... Quisiera repetir.

—Por favor, ignora todo lo que te digan mis amigos.

—Después de ver a Cristian, creo que estoy curada de espantos—reí.

Paseamos un corto camino, pues la casa de uno de sus amigos estaba prácticamente pegada a la suya. Llamó al timbre y miró al cielo, probablemente rezando para que no hicieran ninguna locura que me involucrara, aunque quería verlo... Quería ver al supuesto "alocado" Álex del que Cristian hablaba. Al cabo de un minuto, salió un amigo suyo. Este era diferente, era pelirrojo, con muchas pecas y unas gafas negras. Era mucho más bajito que Álex, por lo que hacía que pareciera más pequeño de edad. Aunque no siempre era así. Mi primo es mucho más alto que yo y aún así soy mayor que él. Que triste es la genética de las personas bajas de mi familia que heredé.

—¡Álex!—le dio una palmada en la espalda—¿Dónde coño te metiste?

—¿En serio? Lo dije mil veces que me iba a estudiar a Madrid.

—Ah, sí cierto. Voy a cambiarme rápido, Cristian nos espera en el parque. Id vosotros mientras.

—Va. Nos vemos allí.

—Adiós.

Salimos del recinto y nos dirigimos a ese supuesto parque.

—¿Me harás algún tour?—le miré.

—¿Qué?

—Yo te hice un tour por Madrid. Venga, por fa.

—Este es un pueblucho de mierda. No hay absolutamente nada que ver. Lo único interesante es el parque y el centro.

—¿El centro?

—Si tanto quieres verlo...—suspiró— te llevaré luego,¿vale?—Asentí rápidamente—. Bien.

En cuestión de pocos minutos, llegamos al parque. No fue muy difícil identificar a esos sujetos. Cristian estaba subido al respaldo de un banco, del cual sería cuestión de segundos que cayera, y cayó. Tuve que reírme para mis adentros para no quedar mal.

—¡Hombre, Álex!—se acercaron sus amigos.

—Cuánto tiempo.

—Sí...

—Eres un capullo—un chico rubio le golpeó en el hombro—. ¿Sabes lo preocupado que nos tenías?

—No seáis fantasmas, que no me he ido a la otra puta punta del mundo. Además tampoco me llamáis cabrones—le devolvió el golpe.

Tras eso, los ojos del chico rubio repararon en mí.

—¿Y esta?

Fake loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora