Capítulo 11
Austin
Soy perfectamente capaz de distinguir cuando estoy en un sueño y cuando no lo estoy, lo que me hace enojarme cuando el sueño es demasiado bueno y sé que no es real.
Como ahora.
Quinn está delante de mí, llevando esa maldita ropa provocativa a la que llama pijama, mirándome como si quisiera arrancarme la ropa y montarme como una vaquera, y tanto el Austin del sueño como el de la realidad están dispuestos a que ella lo haga.
Camina lenta y sensualmente hacia mí, me tira en la cama y se sube sobre mí, poniendo sus piernas a cada lado de las mías. El sol entra por la ventana y le da en la cara, haciendo del azul de sus ojos un tono más claro. Su cabello destella bajo los rayos brillantes que anuncian la mañana mientras están asentados sobre sus pechos.
—¿Me quieres, Austin?
Su voz melosa y ronca me provoca un escalofrío y salto dentro de mi piel cuando pone sus manos sobre mi pecho desnudo.
—Sí, Quinn, te quiero de la manera que desees entregarte.
Ella sonríe, bajando y subiendo sus manos de mi pecho a mi vientre y viceversa. Mi erección se hace imposible de ignorar y un brillo travieso ilumina los ojos de Quinn.
—¿Quieres que te toque, Austin?
Se refiere a mi paquete, la Quinn de mis sueños quiere hacerme una paja. Y voy a aprovechar el momento, ella no haría tal cosa en la vida real.
—Si, por favor.
Sin perder tiempo, lleva su mano a mi bulto y lo acaricia un par de veces antes de bajarme los pantalones. Sus ojos se abren al verme y se muerde el labio inferior, haciendo todo mil veces más intenso.
—He deseado hacer esto desde la noche que nos conocimos, Austin —confiesa, envolviendo mi polla con su pequeña mano—. ¿Tú también lo querías?
Cierro los ojos, disfrutando del movimiento lento de su mano. He muerto y he ido al cielo, no hay otra explicación para que esto esté pasando.
—Sí, yo también lo quería —jadeo, alzando las caderas, necesitando que se apresure.
Ella toma la indirecta y apresura sus movimientos, apretando más fuerte. Hago un sonido bajo y primitivo que me da vergüenza. Su mano se siente tan bien, no puedo creer que ella esté haciendo esto.
—¿Eso te gusta?
—Lo amo, Quinn —gimo y le da un apretón en respuesta.
Esta chica va a matarme, va a ser mi perdición. Sabía que esto sería una mala idea, ahora voy a querer más y no sé si la noche será suficiente para llevar a cabo todo lo que quiero en este sueño. Si no puedo tenerla en la vida real, lo haré en mis sueños. Voy a follar a Quinn hasta saciarnos.
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Velocidad sobre hielo.
RomanceLa carrera de Quinn parece haber caído en desgracia. Desde que tuvo un accidente y pospuso el patinaje artístico el mundo la ha dejado en el olvido. Cuando vuelve tres años después, nadie quiere trabajar con ella. Una noche, cansada de todo, va a pa...