Capítulo 21
Austin
Luego de tomarnos el café, Quinn y yo continuamos con nuestro camino. Está callada desde que salimos del hotel y, aunque le pregunto, no me dice nada. Temo que, aunque hablamos anoche y estamos en buenos términos, ella no quiera tener nada qué ver conmigo.
¿Está intentando alejarse lentamente para no alertarme?
Si es así, no lo está logrando. Puedo ver que está pasando algo y no voy a desistir hasta que me lo diga.
No puedo permitir que ella se aleje de mí, es una de las pocas personas que me hace sentir bien con su sola presencia y en la que puedo confiar. Si la pierdo no sé qué voy a hacer.
—¿Vas a decirme qué te pasa? —increpo cuando ya no aguanto más su silencio.
Estamos a unos minutos de llegar a Maranello, no tenemos más tiempo qué perder y tengo la sensación de que el resto del día va a ser movido.
—No me pasa nada —suspira, y no me mira en ningún momento.
—No te creo, Quinn.
Aprieta los labios en una línea, todavía sin mirarme. Su actitud me pone de los nervios, lo que sea que tiene en mente no es algo que quiera decirme, y me pongo creativo sobrepensando en las posibilidades.
¿Ya no quiere ser mi amiga?
¿Lo pensó mejor y no quiere esto?
¿Soy más problemas de lo que valgo?
Pero no digo nada más. Si ella no quiere hablar no puedo obligarla, seguro lo dirá en el momento oportuno. O es mejor que yo no lo sepa y por eso calla.
Eso no evita que continúe martillándome con ello el resto del camino, y se vuelve peor con cada minuto que pasa. Al llegar a Maranello, voy a un restaurante para desayunar y ella empieza a hablar de sus prácticas. La escucho atento, queriendo saber cómo le ha ido, pero miento si digo que estoy centrado solo en lo que dice. Luego de comer, vamos a la sede de Ferrari, donde nos espera René, que parece aliviada al ver a Quinn conmigo.
Que no cante victoria, no sé si todavía quiere permanecer en esto luego de la conversación con la directiva.
—¡Hola! —Nos da a cada uno un beso en la mejilla, sonriendo abiertamente—. ¿Cómo fue el viaje?
—Sin contratiempos —responde Quinn—. ¿Tú qué tal estás?
René me lanza una mirada y dice:
—He tenido mejores días.
Ruedo los ojos. Va a hacer esto hasta que las aguas se calmen, mirarme con reproche todo el rato para hacerme sentir mal. Ya lo estaba haciendo bien por mí mismo, que Quinn esté actuando extraño y me haya puesto en la zona de amigos antes de que incluso pudiéramos dar un paso en otra dirección.
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Velocidad sobre hielo.
RomanceLa carrera de Quinn parece haber caído en desgracia. Desde que tuvo un accidente y pospuso el patinaje artístico el mundo la ha dejado en el olvido. Cuando vuelve tres años después, nadie quiere trabajar con ella. Una noche, cansada de todo, va a pa...