Capítulo 19
Austin
No hablo con nadie durante el trayecto de regreso a Italia. Estoy seguro de que cada persona en el avión quiere mandarme al diablo de una forma épica, empezando por René y Jonah, pero ya tengo suficiente con mi consciencia como para aguantar regaños.
Me los merezco, sin embargo. He sido un idiota de proporciones gigantes, y me gustaría golpearme la cabeza contra la pared más cercana por ser un idiota, pero en este momento estoy más centrado en pensar una forma de arreglar las cosas con Quinn.
¿Ella está enojada conmigo?
Creo que la pregunta se responde por sí sola. Por supuesto que debe estar enojada. No somos una pareja real, pero estaba empezando a surgir algo entre nosotros que me gustaba, y fui lo suficientemente tonto como para tirarlo todo a la basura.
Al menos espero que quiera continuar con la farsa. No tengo muchas esperanzas al respecto, ella ya obtuvo lo que quería y no tiene que continuar con una relación en la que fue agraviada delante de medio mundo. Si ella no quiere seguir con esto y mandarme al diablo, la entiendo completamente.
Sin embargo, no me voy a ir sin pelear. Me arrastraré de ser necesario, pero intentaré con todas mis fuerzas que ella se quede a mi lado. Tal vez no como algo más que una amiga, no estoy apuntando tan alto porque no se merece lo que soy capaz de hacer cuando no pienso en nadie más que en mí, pero si logro que se quede cerca sería genial.
Cualquier cosa a esta altura de la situación es aceptable.
Llegamos al aeropuerto poco antes de las siete de la noche y salgo del lugar ignorando a cada periodista chismoso que está esperando para sacar su buena tajada de la situación. No voy a casa, pongo rumbo al hangar privado mientras pido un jet privado con destino a Florencia. René me llama varias veces, pero ignoro la llamada y le envío un mensaje diciendo que voy a casa y que hablaremos mañana.
La mentira no puede hacerle más daño del que hice anoche.
Florencia no está a mucho tiempo de Maranello, y si tuviera paciencia iría en auto. Sin embargo, paciencia es lo menos que tengo en este momento. Cuando me avisan que puedo abordar, prácticamente corro dentro del jet y me acomodo en un asiento mientras la tripulación se alista.
—¿Puedo traerle algo de beber, Sr. MacQuoid?
Miro a la azafata por unos segundos antes de asentir.
—Agua.
Ella se aleja y regresa un minutos después con una botella de agua y una copa. Me sirve y desaparece de nuevo en la cabina.
Mi móvil suena y estoy por apagarlo cuando veo el nombre de Jonah en la pantalla. Me siento tentado a hacer lo mismo que hice con René, pero él es mi amigo y se merece una mejor explicación que una mentira.
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Velocidad sobre hielo.
RomanceLa carrera de Quinn parece haber caído en desgracia. Desde que tuvo un accidente y pospuso el patinaje artístico el mundo la ha dejado en el olvido. Cuando vuelve tres años después, nadie quiere trabajar con ella. Una noche, cansada de todo, va a pa...