Capítulo 18

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 Capítulo 18

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 Capítulo 18

Quinn


Aumento velocidad y me preparo para el salto. Mi entrenadora me está mirando desde el borde de la pista, junto al dispositivo de sonido en el que reproduce la canción que elegimos para mi presentación. Llevo varios días poniendo todo mi empeño en mejorar mis saltos y estoy teniendo los resultados que quiero. No pensé que fuera a superar mi miedo a las acrobacias con tanta facilidad, pero los ejercicios de relajación que la entrenadora me ha obligado a hacer están ayudando.

Pero miento si digo que, dentro de toda mi concentración, no hay un pedazo de mi mente que le pertenece a Austin. No hay día en el que no hablemos ni momento en el que no lo piense. Parezco una fanática adolescente que no se pierde ninguno de sus pasos en redes sociales, con la diferencia de que hablo con él cada día.

Me preocupa estar desarrollando dependencia hacia él, o lo que sería peor: sentimientos. No puedo permitirme sentir nada por él, somos novios falsos y nada más.

Apartando a Austin de mi cabeza, respiro profundo y contengo la respiración, impulsando mi pierna derecha para dar tres vueltas en el aire y caer perfectamente en mi pie derecho. Sonrío para mí misma, pero mi alegría se desvanece cuando la canción se detiene abruptamente.

—Hazlo de nuevo desde el principio, la voltereta en el aire estuvo desprolija.

Aunque tiene toda la pinta de una mujer a la que podría agarrarle asco, debo decir que me gusta que me presione. No necesito alguien que me diga que he hecho un buen trabajo cuando la realidad es que tengo que mejorar. Llevo mucho tiempo sin patinar, sin tener una buena técnica, y aunque mi cuerpo recuerda la mayoría de los movimientos que debo hacer eso no significa que los haga del todo bien.

Repito el salto unas cuantas veces hasta que el entrenamiento termine y ella me mande a casa. Tengo planeado ir a Maranello una vez me dé un buen baño, Austin regresa hoy y quiero estar en casa cuando eso pase. Va a ser cansado tener que viajar de ida y de vuelta para estar mañana a tiempo en mi entrenamiento, pero creo que va a valer la pena.

Vuelvo al hotel en el que mamá y yo nos hospedamos. Ella no está a la vista y la ducha está encendida, así que asumo que está allí. Tampoco está Luce, que vino el fin de semana a pasarlo con nosotros y va a regresar conmigo esta noche. Me dejo caer en una cama y suelto un suspiro largo.

Estoy agotada, quisiera dormir por las próximas veinticuatro horas.

La puerta de entrada se abre y Luce entra, le sonrío al verla pero ella no me devuelve el gesto. De hecho, parece triste y enojada.

—¿Luce, qué pasa?

Trata de ocultar su malestar con una sonrisa, pero le sale una mueca.

—¿Has hablado con Austin hoy?

Velocidad sobre hielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora