Capítulo 22
Quinn
No intentamos escondernos, al contrario, caminamos por lugares concurridos hasta llegar a la heladería y tomamos asiento fuera luego de pedir un cono para cada uno. Austin habla de cualquier cosa, obviando los días después de dejarlo en Estados Unidos. Estoy feliz de que le hayan dado una oportunidad, el chico no es mala persona, pero sigo reticente a continuar las cosas donde las dejamos. Puedo ser su amiga y fingir ante la gente que estamos juntos incluso si me cuesta, pero no consiento que haya roto la confianza entre nosotros de esa forma.
Él tiene que saber que sus acciones tienen consecuencias.
—...y los alerones funcionan para que el auto no derrape y para ahorrar segundos, que son muy importantes en una carrera. —No sé en qué momento pasó a explicar el funcionamiento de los autos de carrera, pero lo escucho atentamente—. Ahora, los neumáticos están divididos en blandos, medios y duros, y de estos depende mucho la carrera aunque no lo creas. Con los blandos vas más rápido por cuestiones de peso, pero se desgastan igual de rápido, y una parada en boxes también puede perjudicarte, así que la elección de los neumáticos es un asunto de suma importancia. Aunque este asunto está unido a otras cosas.
Entrecerrando los ojos a causa del sol, lo miro, dándole un último lametón a mi cono.
—¿A qué cosas?
—El lugar, la temperatura, las condiciones de la pista, el clima —enumera antes darle un mordisco a su cono.
—Suena muy complicado, si me lo preguntas.
Se encoge de hombros, tragando, su manzana de Adán bajando y subiendo ante la acción.
—No es complicado.
—Cuando sabes lo que estás haciendo —replico—. Si en este momento te digo que un Salchow es sencillo de aprender me dirías que estoy loca.
Parpadea, llevándose el cono a la boca para darle otro mordisco.
¿Quién en su sano juicio se come un helado a mordiscos?
Luego, sonríe.
—Primero tengo que saber lo que es un Salchow.
Busco mi móvil y busco el salto para mostrarle. Cuando encuentro un video decente, lo reproduzco y giro el móvil hacia su cara. Él observa atento y sus cejas se alzan al ver el movimiento.
—¿Es fácil de hacer? —pregunto, petulante, regresando mi móvil a mi bolsillo.
Niega.
—No, tienes razón, no sería fácil. Pero aquí estamos hablando de la teoría, no te estoy enviando a conducir un auto de F1 en este momento.
En eso tiene razón, una cosa es la teoría y otra muy diferente es la práctica.
—Te concedo la razón —admito a regañadientes—. Pero para que yo aprenda todo lo que respecta a la F1 y el funcionamiento de los autos tienes que ser muy buen maestro.
—Acepto el reto, ya esto es cuestión de orgullo. —Saca el pecho, haciendo que suelte una carcajada—. Eres mi novia, tienes que saber de todas estas cosas.
Lo dice en broma, pero en el fondo sé que es cierto. No puedo ser su novia y no tener idea de lo que está pasando en la pista cuando compite. Si voy a hacer esto más vale que lo haga bien.
Doy gracias al cielo por tener a Luce de mi lado en esto, ella sabe todo sobre autos de F1 y su funcionamiento, la chica bien puede darme algunas clases.
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Velocidad sobre hielo.
RomanceLa carrera de Quinn parece haber caído en desgracia. Desde que tuvo un accidente y pospuso el patinaje artístico el mundo la ha dejado en el olvido. Cuando vuelve tres años después, nadie quiere trabajar con ella. Una noche, cansada de todo, va a pa...