PRIMER ENCUENTRO

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—¡Nate ya es hora! Vamos que se nos hace tarde

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—¡Nate ya es hora! Vamos que se nos hace tarde.—le urgí a mi pequeño para llevarlo al colegio.

—¡Ya voy mamá!—le escuché decir mientras corría por el pasillo. Lo esperaba en la puerta algo impaciente, era día de inventario en la boutique y tendría que llegar un poco mas temprano de lo usual.

—Listo mami.—me sonrió mi pequeño hijo Nathan, le arreglé su cabello oscuro y el corbatín, abrí la puerta tomándolo de la mano y anduvo a mi lado hasta que subimos al auto, nos colocamos los cinturones y recorrí el camino al colegio.

—¿Mamá?—lo miré por el retrovisor.—¿Si iremos en la tarde al cine?—¡Ay no! Lo había olvidado por completo. Le había prometido llevarlo al cine a ver el estreno de una de sus películas favoritas "Mi villano favorito" pero con tanto trabajo y recibiendo nueva mercancía no sería posible.

Volví a mirar su carita a la expectativa con sus ojos brillantes y color ambar al igual que los míos, no pude decirle que no.

—¡Claro, Nate! ¿Acabaste lo de matemáticas?.—asintió, sonriendo deslumbrante.

—¿Vendrá por mí el tío Sam o tu mamá?

—Tu tío, peque. Iremos al cine luego de que llegue tía Ghail. Recibiremos nueva mercancía y no podré salir antes, pero debes estar listo después de las 4 ¿De acuerdo?—le indiqué echando un fugaz vistazo por el retrovisor.

—Está bien.—respondió sonriente.

—Que tengas un buen día Nate, te quiero.

—Adiós mami, yo también te quiero.—contestó bajando del auto y entrando en una carrera al colegio donde lo recibía el portero.

De camino a la boutique no pude evitar pensar en cuanto habían cambiado las cosas en 4 años. Desde que Marcus mi ahora ex esposo se había largado por fin de nuestras vidas luego de un corto pero desgastante proceso de divorció que le urgía por haberse "reencontrado con el amor de su vida" luego de varios años de un tormentoso matrimonio que para nada tenía arreglo, todo se había ido por la borda después de que sus maltratos verbales y psicológicos cruzaran la línea y se convirtieran en maltrato físico. Rompió todas las promesas que un día hizo de cuidarnos y amarnos, promesas que no cumplió, acuerdos que no respetó y corazones que destrozó.

Para Nathan fué sencillo acostumbrarse a su ausencia porque estaba muy pequeño cuando todo aquello sucedió, además Marcus no había sido el padre más amoroso y entregado que digamos, Nate estaba por cumplir los 3 años cuando su papá le dijo que se iría a trabajar a Canadá y luego volvería para visitarlo y pasar tiempo con él.

A los pocos meses de haberse marchado comenzó a dejarlo plantado por Skype rompiendo el acuerdo de hablar en las noches por video llamada, tanto que él mismo una noche simplemente me dijo con decepción "Ya no lo esperaré más mami" y se encerró en su habitación.

Esa noche fue la primera vez que sentí odio por Marcus sin que me hubiese puesto una mano encima, aunque lo habría preferido, habría preferido mil veces uno de sus golpes al dolor que le estaba causando a nuestro hijo, pero eso no fue lo peor; la gota que derramó el vaso cayó el día que le prometió que vendría para su cumpleaños y no lo hizo ¿Qué si yo sufrí? Sí, por supuesto que lo hice. No solo me había dado los peores años de mi vida, llenos de maltratos y abusos sino que al irse tambien me había vaciado las cuentas, robándome y dejándome sin dinero, pero nada se comparaba con la paz que teníamos ahora en nuestras vidas. Me había sentido tan culpable durante un largo tiempo por no solo haberme equivocado al escoger a Marcus como esposo sino también como padre, Nathan no le importaba en lo absoluto y me dolía incluso más que cualquier otra cosa porque mi pequeño no merecía tal crueldad de su parte. Para mi había sido liberador esa ruptura, lo mejor que me había podido suceder después de todo.

A Marcus como le quise llegué a despreciarle, me había casado tontamente enamorada de quien solo era un disfraz y a los 2 meses de matrimonio dejó de ser mi esposo para convertirse en mi verdugo. Un hombre de quién solo recibía críticas constantes bofetadas y empujones un par de días cada semana. Un maltratador.

Un estruendoso frenazo me sacó instantáneamente de mis pensamientos y frené por instinto, el auto se sacudió ferozmente activándose el airbag y sentí como una sensación de latigazo recorría mi columna vertebral dejándome aturdida.

Acababa de chocar a un auto, no sabía ni a quién ni dónde le había embestido, estaba paralizada con el airbag y el cinturón de seguridad estorbándome un poco para respirar.

—¿Oye, estás bien?—inquirió un hombre alto tocando mi ventanilla. Solo pude asentir con un leve jadeo, estaba helada, jamás en mi vida había tenido un accidente.

—¿Puedes quitar el seguro para asegurarme de que estás bien?—volví a asentir pero mi cuerpo no respondía estaba en shock.

Él volvió a tocar mi ventanilla y señaló el seguro y jaló hacia arriba dándome una demostración de lo que tenía que hacer. Inhalé y subí el seguro recuperando el control de mis extremidades, el hombre abrió la puerta de mi auto y por primera vez lo vi...

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora