Si, el miedo me ha atacado incansablemente y ese momento en específico es uno de los que me arrepentiré todos los días de mi miserable realidad, porque lo que más temí que pasara, ahora se está materializando.
Perderé a mi alma gemela y el único cul...
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— Ya deja de esconderte, Jeno.
Había notado la rubia cabellera de su amigo, escondida detrás de su coche, por suerte Taeyong no le había visto. El mayor se acercó al castaño, quien aún tenía las mejillas rojas luego de aquella despedida. Seguía sin entender muy bien lo que Taeyong le había dicho pero al parecer se había dado cuenta de la verdad de sus intenciones.
— ¿Por qué me mintió para venir hasta aquí? No tenía problemas en traerlo.— Jaemin chasqueó su lengua y lo dejó pasar a su casa, yéndose directamente a su habitación.— ¿Te gusta como la decoré? — ¿Tú? — Le miró de lado con una ceja alzada, algo sorprendido por la repentina confesión de su amigo. — Bueno, cuando estabas en el hospital tu madre me dejó venir. Sólo quería ayudarte, tal vez podrías recordar más cosas. — Eso quiere decir que tú pusiste la foto de Taeyong.
El mayor apretó sus labios agachándose para sacar un pequeño baúl de madera que permanecía bajo la cama. Lo abrió y sacó algunos álbumes llenos de fotografías, buscando uno que era de menor tamaño que los demás.
— La saqué de aquí.— Le entregó la pequeña carpeta en sus manos.— Normalmente tus fotografías son de paisajes o de un grupo de personas, pero de verdad me sorprendí mucho con éste.
El menor comenzó a ojear sus páginas, cualquiera que lo viera creería que se trataba de un regalo. Estaba lleno de fotos de Taeyong, las típicas de novio, comiendo, caminando, riendo, disfrutando juntos. En algunas vestía casual, en otras parecía más elegante casi como un modelo de revista en trajes de diferentes colores, y otras en las que era un simple humano más, donde se notaban sus perfectas imperfecciones. Una lágrima recorrió su mejilla, tal vez sí habían pasado hermosos momentos juntos y quería poder recordarlos para atesorarlos lo más que pudiera, pero todo se había ido y ese sentimiento de angustia volvía a su interior.
— Recordaste que es tu novio, ¿Verdad? Por eso vino y te besó cuando se despidieron. — Jeno, él solo es mi amigo.— Le soltó de manera fría, secando con su diestra aquella lágrima que rondaba por su mejilla. Ya no quería dar más explicaciones.— No es justo para nadie que me espere por tanto tiempo, tiene derecho a rehacer su vida. — Espera, espera. ¿Cómo que no es justo? — Inquirió con algo de molestia.— Taeyong es la única persona de la que has estado enamorado de verdad, al único que tú has esperado durante toda tu vida.— Jeno sintió un nudo en su garganta cuando dijo eso porque de alguna manera le hubiera gustado ser él. — Las cosas no son tan fáciles como crees. Ese Jaemin del que hablas desapareció en ese accidente.— Su mirada era insensible, hace tiempo ese brillo que tenían sus ojos se había esfumado. — Jaemin, sigues siendo el mismo de antes, con el detalle de que aún no recuerdas todo, pero yo sé que lo harás.— El castaño negó con su rostro y acarició las manos ajenas, tan suaves y tan fuertes a la vez. — Gracias por creer en mí, Jeno, pero no sé qué tan probable sea que pueda recordar todo.
El mayor sonrió apenado y desordenó los cabellos ajenos antes de guardar el baúl bajo la cama. No entendía por qué su corazón se sentía agobiado, pesado, apretado. Aunque amaba a Jaemin como a nadie en el mundo, creía que su amigo aún estaba confundido. Además, él tenía a RenJun y no quería seguir dañándole.