ᴄʀᴀꜱʜ ᴏɴ ʏᴏᴜ [ ɴᴏᴍɪɴ ]

XXII. Don't let me go

[ ⚠️ En este capítulo se habla sobre autolesiones. Si eres sensible ante estos temas, por favor, lee con cuidado y recuerda que esto solo es ficción.]

Jaemin

El camino hasta Seúl es de al menos 4 horas cuando el tráfico no es de locos como el de hoy, por lo que demoramos poco más de 5 horas en volver. Papá se preocupó al ver que no tenía apetito para el desayuno y que solo quería irme de casa, lo cual es ilógico hasta para mí porque Busan es mi único refugio... Pero Jeno hizo las cosas más difíciles desde que se le ocurrió dejar una mísera carta como verdadera despedida.

No hablo en todo el camino aunque Ten intenta con todas sus fuerzas sacar palabras de mi boca preguntando sobre cómo estuvieron las cosas, la relación que tengo con mi padre, si pude descansar, entre otras cosas. Taeyong, por su parte, solo tararea las canciones que ponen en la radio, sabiendo que su novio no obtendrá muchas respuestas de mi parte. Y yo, pues, yo sigo hundido en mis pensamientos más oscuros mientras admiro con una profunda tristeza todas las fotos que tengo junto a Jeno en mi móvil.

¿Desde cuándo todo esto se fue a la mierda? Bueno, esa no es la pregunta porque ya sé la respuesta. Todo se fue a la mierda el día en que decidí esconder mis verdaderos sentimientos hacia Jeno, siempre supe lo que él sentia por mi y yo resguardé a mi corazón por miedo a perderlo, tal cual lo estoy haciendo ahora. Entonces, la pregunta correcta es ¿Por qué demonios dejé crecer mis temores cuando todo lo que necesitaba era abrir mi corazón y ser feliz a su lado? Vuelvo al departamento al que me estoy acostumbrando a llamar hogar. Los chicos me miran de reojo, buscando que decir o hacer pero, apenas cruzo la puerta de la entrada, mis pies me arrastran hasta mi habitación y me desplomo sobre la cama, acallando mis penas en la almohada. Cierro tan fuerte mis ojos para evitar llorar pero es inútil, lo hago de todas maneras.

Es obvio que pasan horas, las claras notas del sol que se veían desde mi ventana son reemplazadas por las incandescentes luces artificiales de los focos en la calle. Siento que ya estoy seco de tantas lágrimas que derramé y sin fuerzas para siquiera seguir pensando en todo lo que pasa. La puerta de la habitación se abre y yo suspiro entre sollozos, no veo de quien se trata pero no tengo la necesidad de hacerlo para saber que es Chittaphon, quien se sienta a mi lado, hundiendo leve la cama. Duda unos segundos pero luego sus delgados dedos acarician mi nuca y cabellos.