XVIII. Once again

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— ¿Estás listo? — No, no lo estaba pero tenía que hacerlo, por él mismo, por su amado, por ellos

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— ¿Estás listo? — No, no lo estaba pero tenía que hacerlo, por él mismo, por su amado, por ellos.
— J-Jaehyun.— El menor tomó el borde de una de las mangas del pulcro traje de su novio.— ¿Q-qué pasará ahora? ¿Qué es lo que harás?
— Bueno, Doyoung fue claro. No quiere vernos cerca de sus asuntos…— Rascó su nuca un tanto nervioso.— Hablaré con tu madre cuanto antes, al igual que con Chittaphon y supongo que sabrás de Xiao Ming por televisión, eso sí que será un escándalo en todo Asia.— El mayor pasó sus manos por los brazos de RenJun, dándole un poco de calor.— Aún no sé cómo se te ocurrió tal cosa pero me salvaste y me faltará vida para agradecer lo que hiciste.
— Tú también me salvaste de seguir una vida de mierda en la que podría haber muerto. Ya estamos a mano, cariño.

Un corto beso selló aquella despedida agridulce. No quiso que nadie más le acompañara hasta ese lugar, no quería lágrimas ni buenos deseos porque ahora todo lo que tenía que hacer era descansar y recuperarse en la tranquilidad de una blanca habitación. No miró atrás cuando al fin ingresó en el centro de salud mental, solo llevaba consigo la promesa de visitas y buenas noticias. Si, iba a estar recluido quién sabía cuánto tiempo, pero era la poca luz que había en su oscuridad, ya tendría tiempo para pensar en todo lo demás.

Tal cual imaginó, su habitación era individual, muy parecida a su propia habitación en casa, de colores neutrales. Sobre la cama yacía un pijama azul claro, como el que llevaban todos los internos, suspiró pesado al verlo y se dispuso a ordenar sus pocas pertenencias.

Casi una hora después, cuando estuvo listo y vestido como los demás, un enfermero, que parecía de su edad, fue a buscarle para mostrarle las instalaciones del lugar. Como RenJun no padecía de algún trastorno psicológico grave que le llevara a olvidar cosas, era tratado de una manera más libre. No tenía muchos horarios que cumplir, además de sus terapias, y podía tomar cursos que se impartían dentro del psiquiátrico para su pronta reinserción a la sociedad. Pasearon por el patio principal, las salas comunes, salones de terapia conjunta, entre otros. El castaño observaba cada detalle y de alguna manera se alegraba de que aquel sitio no fuera igual a como lo imaginaba, lúgubre y lleno de locos.

— Enfermero Kim.
— Por favor, solo llámame Jung Woo.
— Jung Woo… ¿Sabes que soy peligroso? ¿Que estuve apunto de asesinar a un chico por celos? ¿Que manipulé a todos para que me quisieran? Y ahora llegas tú, siendo demasiado amable conmigo y creo que no lo merezco.
— Bueno.— El chico pareció pensar bien en sus palabras.— Primero que todo, eres una persona que se merece respeto, al igual que todos, y segundo, estás aquí porque quieres sanar, ¿No?
— Supongo que tienes razón.— Esbozó una leve sonrisa ladina antes de que el enfermero mostrara su perfecta dentadura blanca en una sonrisa aún más grande.
— He trabajado aquí por al menos un año y he visto llegar a muchos pacientes. Sé reconocer a primeras quién tiene un corazón bondadoso oculto entre daños y traumas. Por eso quiero que seas honesto conmigo, cuando estés bien o mal, cuando sientas que ya no puedes más, siempre habrá alguien aquí para apoyarte.
— Déjame adivinar, ¿Tú?
— Así es.

ᴄʀᴀꜱʜ ᴏɴ ʏᴏᴜ [ ɴᴏᴍɪɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora