Cuánto te amo

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Estoy sentada en la entrada de la casa esperando a que el Diego pase a buscarme e irnos a pasar un dieciocho muy bonito en las ramadas.

Mi familia está adentro celebrando, ya cumplí con mi previa ahí, así que puedo irme.

— ¿Llevas mucho tiempo esperando?

Me asusto y arranco un poco del pasto para tirárselo.

— Tu mamá te va a retar.

— No si no sabe que fui yo. — me levanto.

— No respondiste mi pregunta.

— Esperándote a ti no mucho, salí hace rato porque me estaba aturdiendo la música, además me estaban doliendo los pies de tanto bailar.

— Bueno vamos antes que te duelan más.

Me agarro de su brazo y empezamos a caminar.





— ¡¿Donde es que estaban?! — hablo fuerte para que pueda escucharme.

La música esta super fuerte reproduciendo las mejores cuecas, llegamos recién y apenas entramos nos apartamos para poder ubicarnos para encontrarnos con los demás.

Se acerca más a mi. — En el puesto "Donde Juanito", desde la entrada a la izquierda, ¿estás lista?

Afirmo.

Me toma de la mano y comenzamos a caminar esquivando gente, pidiendo permiso cada segundo y intentando que no nos pisen, me adapto fácil a su ritmo de caminar, como va el primero me salva de que me aplasten, hoy más que nunca agradecida.

Y que vivan los hombres.

— ¡DIEGOOOOOO!

Por el susto este frena de inmediato haciendo que me golpee con su espalda, me tomo la frente por el mareo que este me causo, gira su cabeza hacia mi.

— ¿Estas bien? — pregunta preocupado.

Con la mano lo hago avanzar.

— Si, si, tu avanza a la voz de la Emi entonada.

Afirma el agarre de nuestras manos y termina de avanzar a ellos.

— Llegaron. — me abraza la Emi y puedo oler el alcohol.

— ¿Cuando has tomado? — la separo de mi tomándola de los brazos.

— Dos terremotos y una piscola.

Dura máximo una hora si no toma más.

— ¿Y en tu casa?

Toma de su vaso de terremoto sin mirarme.

— Cinco terremotos.

Me giro a los dirigentes del circo, la Isi toma de su vaso mirando a otro lado y el Ivan se zampa su choripan.

— ¿Algo que decir? — los miro.

— Tenia que ir al baño, y tu sabes la fila que se hace. — me dice la Isi.

Miro al Ivan.

— Vendían choripan vegetariano, no podía dejarlo pasar.

Se me iluminan los ojos, porque aunque en mi casa me hicieron estas oportunidades no se dejan pasar.

— ¿Dónde? — pregunto emocionada.

— Ponte firme. — me dice el Diego.

Carraspeo. — Muy mal, saben que no la pueden decir sola.

Veo al Ivan y gesticulo "donde" porque yo no voy a dejar pasar estas buenas cosas.

— No peleen, no voy a tomar mas. — le da un sorbo a su trago.

Ya po', pololeameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora