Are we still friends?

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Estoy atrapada.

Literalmente.

Reiría.

De hecho, lo hice en el primer minuto, pero ahora no es gracioso, en realidad quiero llamar a mi papá y llorar.

— Lucy. — habla el Diego llamando mi atención.

— Al fin alguien. — digo aliviada.

— ¿Qué haces arriba del árbol?

— El gato. — respondo.

— ¿El gato? — pregunta.

— El gato. — repito.

— ¿Este gato? — pregunta señalando a su lado.

— Si.

— ¿Y el gato...?

— Estaba en el árbol, me maúllo, así que pensé que no podía bajar, fui a buscar la escalera y no la encontré, así que dije "ohh pero puedo subir" así que lo hice, subí y cuando estaba arriba el gato salto, porque al parecer si podía bajar pero yo no. — tomo un gran respiro después de escupir todas estas palabras sin parar.

— ¿Y porque no pediste ayuda?

— No tengo mi celular, esta adentro y si gritaba no iban a escuchar, por lo que era más conveniente quedarme acostada mirando las estrellas, era un buen plan, pero me dio frio.

— Bueno ahora no vas a pasar la noche ahí, ven.

Se acerca a el árbol y estira sus brazos hacia mí, para el es una altura promedio, pero para mí es un edificio. Me agarro de sus brazos y avanzo un poco, cuando me alza parezco una muñeca.

Que humillante.

Entro nuevamente a la casa y sigo el sonido de la música hasta el living donde están cantando Abba mientras toman te.

Ya sé, es extraño, pero son las ocho de la tarde y están calentando.

— ¿Dónde estabas? — me pregunta el Iván.

— Viendo la luna. — miento.

Voy a sentarme al lado de la Juli quien mira el karaoke improvisado que armaron, el Diego se sienta en el sillón de al frente tomando de su taza.

Pasamos el rato cantando y algún momento la Juli se suelta y canta con la Emi, ya he cantada dos canciones y ya no quiero más.

Son las tres y media de la mañana, no se notan muy cansados, tampoco han tomado tanto, de hecho, sobre la mesa hay latas de cervezas llenas.

Me levanto cambiándome al sillón del Diego, se gira cuando siente un peso a su lado.

— Hola tu.

— ¿No tienes sueño? — pregunto.

— Un poco, pero si voy el ruido no me va a dejar. — ríe bajito.

Me acomodo mejor en el sillón afirmándome en su brazo.

— ¿Cómo va todo?

— Bien. — hago una pausa — creo.

— ¿El anónimo?

Alto ahí vaquero, te encontré.

— Mmh.

— ¿Es un sí?

— Es un puede ser. — lo miro.

Date cuenta, habla.

— ¿Que paso?

— Puede que ya no quiera seguir con esto.

Le estoy haciendo ir a su límite, se que si una persona no quiere hablar hay que darle ese espacio y no presionar, pero solo quiero que se dé cuenta.

— ¿Por qué?

En su voz se nota como se preocupó, de hecho, se sentó derecho en el sillón y no me mira como hace unos minutos.

Proxémica y quinésica, recuerdo.

— No lo sé, quizás me di cuenta de que era inevitable querer darle mi corazón a otra persona a la cual nunca le perteneció. — me sincero.

— ¿Y qué vas a hacer?

— Por el fin de semana evitarlo, la próxima semana hablo con él.

Se queda en silencio el suficiente tiempo como para rumiar todos sus pensamientos y el suficiente tiempo como para que yo piense lo que hice.

¿Me pase?

— ¿Es lo que de verdad quieres? — pregunta esta vez mirándome.

Mirándome tan fuerte que creo que puede leer mis pensamientos.

— Si. — digo firmemente.

No habla mas y se gira a mirar a los demás, me acomodo mejor sobre su brazo temiendo que me quite de su lado, pero no lo hace de hecho pone su brazo sobre mis hombros y me acomoda en su pecho.

Mientras estamos así me da tiempo para meterme en sus pensamientos.

Antes de ser el anónimo es Diego, mi mejor amigo.

El que lleva años a mi lado.

Y esto me recuerda al libro "Betting on you" como digo Charlie, un hombre y una mujer no pueden ser mejores amigos porque acaban enamorándose.

Mi parte demisexual no lo respalda, porque lo conozco lo suficiente hasta para casarme con él en este minuto.

Lo miro hacia arriba, esta con la cara relajada viendo como todos cantan que no se da cuenta que lo estoy viendo. Disfruto estos momentos antes que el desastre me explote en la cara.

Porque el ya sabe que voy a hacer y hará algo al respecto.

Me esta ganando el sueño así que con lo ultimo de mi cordura hablo.

— Diego. — hablo medio dormida.

— ¿Sí? — me mira.

— ¿Tu love languaje es el contacto físico?

Mantiene la mirada sobre mis ojos y yo hago todo lo que puedo para mirarlo y que mis ojos no se cierren.

— Si.

Sigue jugando con el mechón de mi pelo sin dejar de mirarme. Pierdo poco a poco contra el sueño y voy cerrando los ojos lentamente, sin darme cuenta voy cayendo hacia adelante chocando con su pecho, este me acomoda mejor para que pueda dormir sobre él.

Deja delicadas caricias sobre mi pelo que acompañan mi respiración.

Estoy casi dormida por completo cuando susurra.

— Porque siento que ya sabes. — susurra.

No contesto porque ya caí en el mundo de los sueños.

Porque ya se Dieguito.

Pero dime, are we still friends?

Ya po', pololeameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora