diez.

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"No me mires tan raro. Me gusta arreglarme para ir a los sitios. Aunque no tenía que haberme puesto tacones, con lo cómodos que son los zapatos planos."

Me río, habíamos salido hace un rato del museo y volvíamos hacia su piso.

"No te miro raro, es que estás muy guapa. Solo te he visto con ropa de chándal, que estás guapa también con la ropa de deporte, no me malinterpretes." – ya me había puesto nervioso al hacerle un cumplido. – "Es una sorpresa, nada más. Te favorece mucho la ropa elegante. Y confirmo que los zapatos planos son mejores."

"También me has visto con los trajes del ballet."

"Esos no cuentan."

"¿Por qué no?"

"Porque con esos solo te he visto de lejos y con el pelo recogido, así que te restan bastante. Así estás mucho mejor." – le guiño un ojo.

Ella se sonroja, creo, y tiembla del frío. – "Qué frío, por Dios. Estoy helada."

"En cuanto subas a tu casa te pones el pijama, una manta y te haces algo calentito para cenar."

"¿Quieres cenar conmigo?"

"¿Yo?"

"Oh, tú tendrás que irte a dormir." – suena decepcionada. – "Nada, tranquilo, lo dejamos para otro día."

"No, no. Tú no te preocupes por eso. Puedo cenar contigo."

"¿Sí?" – sonríe ilusionada.

"Claro. ¿Te piensas que voy a decir que no a una cena contigo?"

"No sé. Quizá tenías algo que hacer."

"Nunca me va a apetecer nada más que pasar ratos así contigo, Natalia."

"¿Ni ser constante con tu horario de sueño para poder jugar?"

"Ni siquiera eso."

Question... - Alejandro BaldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora