veintitrés.

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Inspiro sonriente cuando oigo el pitido que señala el final del entrenamiento.

Hoy lo había hecho perfecto, o casi perfecto.

Tener presentes los recuerdos de ayer por la noche habían ayudado bastante.

Me doy la vuelta para ir a por una botella de agua y veo a Sira en las barreras aplaudiendo a Ferran. Por la izquierda de la gradería aparece Alicia, que conecta su mirada con la mía y me sonríe.

Le devuelvo el gesto, hoy no tenía ganas de matar a Ferran, y tampoco era culpa de la chica que le hubieran hecho la encerrona también.

Le gesticulo un adiós y me marcho a los vestuarios, con ganas de ducharme e irme a mi casa para estar un rato tirado en el sofá con mi hermano.

Después de la ducha, me cambio rápidamente y recojo mis cosas, me despido de Ansu, a quien me cruzo en la puerta, y vuelvo a subir las escaleras para salir al campo.

"¡Álex!" – oigo a Ferran detrás de mí.

"Dime, hermano."

"¿A dónde vas con tanta prisa?" – dice en un tono que no me gusta nada.

"A casa, que he quedado con mi hermano y tenemos que hablar de varias cosas." – miento rápidamente.

"¿No te puedes quedar?"

"No, lo siento. ¿Para qué quieres que me quede, de todos modos?" – pregunto, aunque ya sé lo que me va a contestar.

"Porque nos íbamos a tomar un café."

"No, hoy no puedo, ya lo siento. Otra vez será."

"¿No vienes, Alejandro?" – pregunta Alicia, que aparece agarrada al brazo de Sira.

"Le encargo a Ferran que te invite al café de mi parte, Alicia. A ver si para la próxima puedo apuntarme." – tampoco quería descontrolarme después de lo de ayer.

"¿Y por qué no te vienes a cenar?"– propone Sira.

Cierro los ojos un milisegundo, maldiciendo a la hija mayor del seleccionador nacional con todas mis fuerzas.

"No sé si me dará tiempo. Y vosotras no sé si tendréis hambre a ese horario."

"Sobreviviremos." – responde Alicia.

Suspiro con resignación.

"Ya le voy diciendo a Ferran, no os prometo nada. Nos vemos, gente."

Ahora sí me despido del todo y no he disimulado más en mi vida las ganas de correr.

Cuando me meto al coche, saco el móvil y le mando un mensaje a mi hermano para decirle que en 5 minutos salía hacia casa. Tras eso, busco el chat de Natalia y le dejo un mensaje de ánimos para sus ensayos, que estaría empezando justo ahora. También le dije que me llamara en cuanto pudiera, quería contarle lo que había pasado.

Suspiro otra vez, le mando un sticker de corazones y bloqueo el móvil. Lo aparto y enciendo el motor.

A media tarde, seguía sin saber qué hacer. Y justo en el momento adecuado, mi móvil emite el tono de llamada que acompaña al nombre que aparece en la pantalla. Me esmero en descolgar lo más rápido que puedo.

"Hola, guapo. ¿Qué tal?"

"¡Hola! Bien, ¿y tú? ¿Qué tal los ensayos?"

"Cansados, como siempre, pero ha salido todo bien. Es mi antepenúltima representación con Jaume, estoy un poco tristona."

"No, no estés tristona." – hago una mueca con los labios, aunque sé que no me puede ver. – "Quiero que estés siempre contenta."

"Eso es difícil, Alejandro." – se ríe. – "Pero lo dejamos como tema a tratar otro día."

Question... - Alejandro BaldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora