quatre.

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Vale, sí, lo admito.

Me puse a stalkear a Alejandro una noche.

Pero solo para saber en qué equipo jugaba y quién era su compañero de Santander.

Jaume se había reído de mí cuando se lo conté.

Puto Jaume. Me conocía demasiado.

Había oído cosas de Pablo Torre, jugaba en el equipo de Santander hasta este año, que había fichado por el Barça.

También admitiré que aunque no me gustaba el fútbol, me daba la sensación de que el Barcelona sería un equipo al que animaría.

Sí, me caen bien. Digo yo. Que tengan a Alejandro es una ventaja grande.

Me propongo hacer lo posible para pode rver el próximo partido, quizá juegue él.

En mi casa, quiero decir. Tranquilamente.

Suspiro y me miro en el espejo, otra noche en el teatro.

No bailaba yo hoy, bailaba mi compañera pero me gustaba venir a apoyar las noches que no estaba tan cansada a todos los demás. Al final, compartíamos el mismo trabajo. Y me gusta felicitar a la gente si lo hace bien, porque sé de primera mano lo difícil que es.

Y después de todas las felicitaciones y acabar cansada y drenada de energía social, decido que ya he estado de más aquí y recojo mis cosas.

Me pongo la cinta de la bandolera deportiva al hombro y salgo del camerino hasta dentro de otros cuatro días, que volveré a estar hasta arriba de estrés.

Bajo las escaleras de los cinco pisos hasta las bambalinas del teatro y giro a la derecha para enfilar el pasillo que llevaba a la salida.

"¿Natalia?"

"¿Alejandro?"

"¡Hola!"

"Hola." – le sonrío. – "¿Qué haces por aquí?" – observo a los chicos que estaban a su lado. Uno sé que era Pablo Torre. A los otros tres no los conocía.

"Había traído a mis amigos a que vieran la representación. Es uno de los pocos días libres que tenemos, así que aunque no bailaras tú les he convencido para que vinieran."

"Ha estado pesado, pero mucho." – rueda los ojos Pablo. – "No paraba de remarcar que no ibas a ser tú la que bailaba esta noche y que nos estábamos perdiendo una de las maravillas inmateriales del mundo."

"Yo no he dicho eso." – Alejandro se rasca la nuca cohibido.

"No, pero tampoco hay que ser un genio para saber que eso era lo que querías decir."

"Mira, cállate." – resopla. – "Natalia, estos son Pablo, Ansu, Eric y el otro Pablo, pero este es andaluz."

"Encantada." – les doy la mano a todos.

Me contestan con lo mismo y me sonríen cuando vuelvo a mi sitio.

"¿Entonces tú eres el que es compatriota mío?" – digo señalando al cántabro.

"¿Supongo?"

"Tú eres el de Santander. El del Racing, quiero decir."

A él se le ilumina la cara. – "Ah, sí. Ese soy yo. Ahora soy el nuevo del Barcelona."

"Siempre se empieza de cero en algún sitio." – me río. – "Créeme, me ha pasado. Mucha suerte entonces. No entiendo absolutamente nada de fútbol, en verdad. Tampoco soy tan inteligente como para poder jugarlo."

"Todo el mundo puede. Quizá no en la élite como hacemos nosotros, pero es cuestión de tiempo y de automatizar. Al final sale solo." – Ansu se encoge de hombros.

"Qué humilde nuestro chaval." – rueda Eric los ojos.

Yo ignoro su frase y me quedo mirando a Ansu sonriente. Me gustaban las personas con autoexigencia, que reconocían que su trabajo tenía sus más y sus menos, y que para ser bueno en lo tuyo hacía falta mucho esfuerzo y no dejar pasar a nadie.

Decido que Ansu me ha caído muy bien.

"¿Y os ha gustado la obra entonces?"

"Muchísimo, la verdad es que ha sido preciosa. A ver si a la próxima coincidimos cuando bailes tú y esperemos que sea pronto. Al menos para conseguir que Alejandro se calle." – recalca Eric.

Río viendo a Alejandro echarle una mirada asesina al catalán y me fijo en el chico que estaba en un extremo de la fila que hacían, también era joven, con unos ojos preciosos que miraban al suelo, se mordía el labio y escondía las manos detrás de la espalda. Era el único que no había participado en la conversación todavía.

Mientras Ansu y Pablo discutían sobre algo a lo que no le presto atención, me acerco un poco más al castaño.

"¿Tú estás bien?"

Él levanta la cabeza sobresaltado y me mira. – "Sí, todo bien. Gracias por preguntar."

"¿Seguro? No tienes cara de estar muy animado. ¿No te ha gustado el ballet?"

"Ha sido espectacular, no es por eso. Es solo que me agobia quedarme muy quieto en un sitio."

"Anda, uno como yo. Vente mientras estos terminan la conversación, que no quiero que estés aquí pensando que molestas o algo." – le cojo del brazo y lo entrelazo con el mío, lo llevo por el pasillo hacia la puerta de salida.

"¿Cómo lo has sabido?" – me mira extrañado, pero yo sigo mirando al frente.

"¿El qué?"

"Que me sentía como que molestaba."

"Ay, amigo, si yo te contara la de cosas que me han pasado en esta vida para sentirme así e identificarlo tan rápido, saldrías corriendo."

"Correr es de lo poco que sé hacer." – suena triste.

"¿Cuántos años tienes, Pablo?" – salimos fuera y le paro, poniéndome enfrente suya.

"Diecisiete."

Eso confirma mis sospechas de que era más joven que los otros.

"¿Y cuál es el problema?"

"Que me siento un poco fuera de lugar en estas cosas. A mí me gusta jugar al fútbol." – dice en voz baja.

"Pues eso es genial. A la próxima, si no quieres venir, no dejes que nadie te obligue, eh. No me ofenderé si no quieres venir a verme bailar." – le sonrío.

"Si no es por ti, es que... No sé. Todavía me tengo que acostumbrar a tener tanta libertad."

"Un día te llevo a escondidas al McDonald's a cenar. Que aunque estemos a dieta, a veces hace falta." – le guiño un ojo y me sonríe, más relajado.

"Gracias, Natalia."

"De nada, Pablo dos."

Nos reímos en el aire frío de Barcelona.  











🚀🚀🚀🩰🩰🩰

pablo gavi tú aún no lo sabes pero vas a ser lo más bonito del mundo

qué os va pareciendo la interacción entre natalia y alejandro? yo creo que son preciosos y que las amistades así son una maravilla

y bueno un besazo para ansu es literalmente lo más precioso del mundo

decidme qué os está pareciendo!! 

un abrazo para todos <3

Question... - Alejandro BaldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora