veintiocho.

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El telón se cierra después de que los bailarines hayan saludado.

Al ser la última representación, Jaume y Natalia tenían que hacer el discurso final. Preciosa su parte, como todo lo que hacía.

Había notado bastante la mirada fija de Ferran en mí mientras hablaba ella. No es que me importase mucho.

Cosa rara que se hubieran apuntado él y Sira. No sé tampoco cómo han conseguido entrada para la fiesta. Solo esperaba que se entretuvieran lo suficiente para dejarme en paz.

Hacía dos días que no hablaba con la bailarina. Después del partido, no supe de ella. Mis mensajes no faltaron, pero sus respuestas sí. Lo dejé de lado, sabiendo que estaría estresada y con toda la presión de hacer la última noche bien.

Pero no me evitaba echarla de menos.

Bajé a los camerinos, como ya era costumbre, solo después de empujar por la puerta de salida a Ferran y Sira, obviamente.

Llamo a la puerta, con suficiente fuerza para estar seguro de que se me oye.

Al abrirse la puerta, me encuentro con Jaume de frente.

"Ah. Eres tú."

Se echa a un lado para dejarme pasar y entro a la habitación, me paro delante del espejo del tocador.

Pensé en la primera vez que entré aquí.

En nuestra primera conversación.

La primera vez que le cepillé el pelo.

Sonrío.

Compruebo que tengo la corbata en su sitio y meto las manos en los bolsillos del pantalón mientras me doy la vuelta para apoyarme en la mesa.

Veo cómo Jaume abre una puerta al fondo y se asoma dentro. Oigo la voz femenina suavemente, hablando por susurros con él.

"Natalia está en la ducha, no tardará mucho. Supongo que te ha invitado a la fiesta, así que nos vemos por allí." – me informa cuando vuelve.

Le asiento con la cabeza como despedida y él se va. Expulso el aire tenso en cuanto cierra la puerta, no parece que se fíe mucho de mí.

Cruzo las piernas y Natalia sale del baño sin que me haya percatado de todo el tiempo que probablemente ha pasado.

"Hola." – respiro nervioso, me fijo en el poco maquillaje que lleva. Iba perfecta.

"Ey." – me sonríe suavemente. – "¿Qué tal? ¿Mi discurso ha sonado tan mal como me lo ha parecido?" – pregunta mientras se vuelve a poner bien la esquina de la toalla.

"Qué va." – observo sus movimientos, calmados, con mucha más relajación. – "Ha sido precioso. Te ha salido genial, como todo lo demás."

"Ah." – sopla la exclamación. – "Muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado, aunque ya debes saberte los bailes de memoria de tantas veces que has venido a vernos."

Encima reconocía el trabajo de los demás, con esta chica me va a terminar dando un subidón de azúcar.

"Es bonito verlo todas las veces. Aunque la única en la que realmente me fijo es en ti." – le admito.

Ella se gira. – "Muchas gracias, Alejandro." – dice con una sonrisa más bonita que de normal.

De nada, Natalia.

"¿Vas a necesitar que te ayude o algo?"

"¿Con el vestido? Seguramente."

Trago saliva. El vestido.

Question... - Alejandro BaldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora