vingt-et-un.

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"¡Hola! Hacía un montón que no te veía por aquí."

Le sonrío y él también, pero nunca le he visto tan forzado.

"Ya, perdona. Es que los entrenamientos se han vuelto una locura." – se rasca la nuca nervioso.

Levanto una ceja, él sabía que no tenía que disculparse por eso.

Estaba raro. Escondía las manos en los bolsillos y él nunca hacía eso.

"¿Estás bien?"

"Sí, todo bien. ¿Y tú?"

"¿Seguro que estás bien?"

"Que sí."

"Cuando quieras contármelo, me lo dices y te escucho."

Me doy la vuelta para seguir recogiendo mis cosas, no iba a obligarle a decir nada si no quería, pero que no me negara lo obvio.

"¿Puedo estar en un rato en tu casa? Tengo que contarte una cosa." – le escucho susurrar.

Cierro la cremallera de la bolsa y me la echo al hombro, me acerco a él y le doy mi mano.

"Ni se pregunta."

Le doy un beso suave en la mejilla y salimos del teatro.

Está muy callado todo el camino, lo cual me genera una ansiedad descontrolada. No es buena señal.

Con lo animado que era y lo sonriente que estaba siempre, me mato mentalmente para intentar entender lo que pasaba, pero no tenía información para sacar conclusiones en claro.

Me quito un peso de los hombros al llegar a mi portal, sabiendo que estaría por fin más relajado dentro del piso.

"Pasa, siéntate donde quieras. Estás en tu casa."

Le dejo hueco para entrar y muy a mi pesar, suelto su mano para cerrar la puerta.

Me siento a su lado en el sofá del salón, mirándole, esperando a que dijera algo.

Entristece verlo así, cabizbajo y apagado.

"Anímate, porfa." – le pido. – "¿Dónde ha quedado el Alejandro del Mundial, eh? Sonríe, que estás más guapo."

"La semana pasada... En el entrenamiento, Ferran me hizo una encerrona." – me muevo un poco para prestarle toda mi atención. – "Hizo que Sira trajera a una amiga suya y nos fuimos a tomar un café."

"Vale."

"Y estaría genial si no fuera porque me quieren juntar con ella."

La boca se me seca a una velocidad mareante.

Carraspeo, intentando salivar. – "¿Y por qué es un problema?"

Él no contesta. De repente, se tira hacia mí y me abraza, escondiendo su cara en mi pecho. Yo le envuelvo con mis brazos temblorosos.

"Me gustaría odiarla, pero no puedo. Es demasiado agradable. No puso pegas a nada, era muy conformista, pero no es mala persona. Si lo fuera, sería todo más fácil." – murmulla. – "Te echaba de menos a ti."

Me quedo sin habla.

"Alejandro..."

"Estaba cabreado conmigo mismo, no salías de mi cabeza. Y me sentía fatal, porque me parecía que te traicionaba."

"¿Pero cómo va a ser eso algo que se le parezca?"

"Porque creía que te traicionaba si no te lo contaba. Y quería contártelo, pero no sabía cómo te lo ibas a tomar."

Me río, aguantando las lágrimas.

"Pero... Niño, te has ido a tomar un café con los amigos." – sonrío y le acaricio el pelo. – "Eso no tiene nada de malo."

"Ya lo sé, pero entre la situación forzada y pensar en ti se me hizo bola."

"Ay, Alejandro..."

"Sé que parece una tontería, pero tenía que decírtelo."

"Gracias por decírmelo. Si ya estás mejor después de contármelo, me alegro."

"Estoy todavía intentando entender que no te molesta."

"¿Pero cómo me va a molestar, alma de cántaro? Son tus amigos, puedes hacer lo que quieras con ellos, es tu vida y yo no te puedo decir con quién tomarte un café y con quién no."

"¡Que ya lo sé! Pero quería decírtelo porque quería que lo supieras y no te pillara por sorpresa o algo y pensaras que yo que sé."

"Ya te vale, anda, ya te vale." – sacudo la cabeza, divertida. – "Ven." – le aparto un poco para poder moverme y me levanto.

"¿A dónde vamos?"

"Tú ven."

Me da la mano y lo saco del salón, avanzo por el pasillo y nos metemos a la habitación.

Me siento en la silla y muevo el espejo para poder coger el cepillo.

"Toma." – se lo tiendo. – "Ya sabes cómo va."

Él lo coge con cuidado y sonríe, se pone detrás de mí y pasa sus dedos por mi pelo.

Yo ya me lo había peinado al terminar el ballet, pero que lo hiciera él era ya algo más.

"¿Quieres algo de cenar?" – suspiro mientras noto sus manos en mi nuca.

"Lo que quieras tú, siempre que no nos vayamos de la dieta."

Después de eso nos quedamos callados varios minutos, hasta que sus movimientos se vuelven más lentos y todavía más cuidadosos.

"Ya estás." – dice dejando el cepillo y poniendo sus manos en mis hombros.

"¿Me has dejado guapa?" – pregunto con los ojos cerrados, no queriendo volver a la realidad.

Le oigo moverse a un lado, apoya su barbilla en mi hombro y me abraza ligeramente.

"Siempre estás guapa, te peine yo o no." – sonríe.

Abro los ojos y giro la cabeza hacia el hombro en el que él estaba apoyado.

Le sonrío, contenta por el cumplido.

"Muchas gracias, precioso."

"No se dan, bonita."

Le miro a los ojos y nos quedamos así unos momentos. Veo indecisión.

Pero parece que resuelve sus dudas rápido y conecta sus labios con los míos dulcemente un segundo.

Entierra su cara en la base de mi cuello y le siento sonreír.

"¿Entonces hacemos cena? Me muero de hambre."











🚀🚀🚀🩰🩰🩰

que para decirse te quiero le deja que le cepille el pelo yo personalmente me tiro por el balcón

enfin de momento vamos bien

de momento

ahora de hecho voy a editar otros cinco caps y los subo :DD y luego ya seguiremos con ritmo de publicación normalito

besos a todos <33

Question... - Alejandro BaldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora