treinta y cuatro.

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Salgo al campo a calentar, saludando a la afición por el camino.

Haber ido a París a ver a Natalia, solo esa noche, me había dado energías para el resto de la temporada.

Podría pasarme el resto de los partidos que quedaban corriendo los 90 minutos lo más rápido que sé.

De hecho, se lo pedí a Xavi.

El partido de hoy era de los más importantes de la recta final de la temporada: contra la Real Sociedad en casa.

Si hacía falta, me rompería un músculo, pero iba a dar todo de mí para que el partido terminase bien.

No podía haber fallos.

Yo el que menos.

El choque entre equipos se me pasó más rápido de lo que pensaba. Al acabar, con victoria local, me acerco a saludar a los jugadores del otro club para felicitarles por el partido, lo habían peleado hasta el final.

Intercambio mi camiseta con Turrientes, a petición mía, y voy con mis compañeros para agradecer a la afición antes de marcharnos de nuevo a los vestuarios.

Un segurata aparece en la puerta interrumpiendo toda conversación de la sala. – "Pablo Torre, preguntan por ti."

El chico levanta las cejas pero deja sus cosas y se dirige hacia fuera.

Yo intercambio miradas con Eric, que me pregunta en silencio. Yo me encojo de hombros y él hace lo mismo, ninguno tenemos idea. Quizá eran sus familiares y simplemente no habían avisado.

Unos minutos más tarde, Pablo aún no ha vuelto.

Y el otro está extrañamente callado.

"¿Gavi?" – el pequeño me mira. – "¿Por qué estás tan callado?"

"Nada, estoy cansado, nada más." – termina susurrando.

Frunzo el ceño, nunca susurraba.

"Pablo Páez Gavira, ¿qué has hecho?"

"¡Nada!"

"Pablo Gavi, empieza a cantar, como hayas liado algo-" – me interrumpo cuando Pablo vuelve a entrar, tan sonriente que parecía que le iban a explotar las mejillas.

"¿Quién era?" – me dirijo a mi mejor amigo, pero no obtengo más que una respuesta abstracta.

Como entiendo que no voy a sacar nada más, dejo caer el tema y salimos hacia el aparcamiento para volver a casa y vernos mañana en el entrenamiento de recuperación.

***

"¿A ti qué te pasa? Llevas rarísimo desde ayer." – le digo en el coche yendo hacia la Ciudad Deportiva. Nunca se pasaba los viajes callado. – "Los dos Pablos estáis muy raros."

"Nada, nada. Que hacía mucho que no veía a una amiga de Santander y me ha hecho muchísima ilusión que viniera a saludar."

"Coño, pues dilo. Que pensaba que te habías echado novia y no me lo habías dicho."

Él se ríe. – "No... No, qué va."

"Bueno tío, pues me alegro de que tu amiga haya podido venir."

Evidentemente, mi cerebro no quiso ver lo obvio hasta que lo tuvo delante.

Sin saberlo, se me cae el vaso de cristal que había sacado de la cafetería.

"¿Estás bien?"

No procesaba.

La cántabra estaba al lado de Gavi, mirándome del estruendo que había montado el cristal roto.

"¿Qué haces tú aquí?" – la miro. Ella da un paso atrás, escondiéndose tras Gavi. – "Se supone que tendrías que estar en París, ¿qué-?"

"Hola, Balde." – su voz me saca de dudas.

No era un sueño.

Estaba allí de verdad.











🚀🚀🚀🩰🩰🩰

mimadriña la que han liado los pablos

a ver contadme qué os parece todo estooo, natalia ha hecho bien al volver? quién la ha convencido??

y el pobre alejandro sin creérselo mi niño 😭😭😭

gracias por leer, nos vemossss <3


Question... - Alejandro BaldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora