veintidós.

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Suspiré.

Natalia.

Me había literalmente empujado hacia la pared de la cocina para que me apartara de la vitrocerámica, según ella, para que no me quemara si saltaba el agua hirviendo. Solo le daba la luz artificial mientras se concentraba en echar la cantidad aproximada de comida para los dos.

Hacía escasos minutos que la había besado, muy levemente, pero lo había hecho. Y no ha salido corriendo, ni me ha pegado, ni me ha echado de su piso. Supongo que eso es buena señal.

No sé si había sido buena idea o no, pero ahora mismo, no cambiaba esto por nada del mundo. Verla ahí, con el ceño fruncido y mordiéndose el labio para aguantar el pulso, sus facciones agudas recalcadas por la luz.

Comprobé una vez más que tengo razón siempre que me fijo en lo guapa que es.

"Deja que te ayude, cabezona."

"Jamais, pesado."

Me quedo sin aliento. – "Nunca te he oído hablar en francés."

"C'est pas difficile de savoir."

"Suenas..." – ella se gira y levanta las cejas. – "Mejor me callo." – sacudo la cabeza.

La chica suelta una carcajada y sacude la cabeza.

"Si surge el momento, recuérdame que te hable en francés, que parece que te gusta." – sonríe. – "Recorda-m'ho, de veritat, serà molt divertit veure't nerviós." – abro la boca, sorprendido.

Esta chica podría dejar de sorprenderme porque ahora solo quiero besarla hasta que me canse, aunque no creo que eso fuera un tiempo corto.

"¿Sabes catalán?"

"Cosas, frases generales, no sé mucho más allá de alguna conversación casual."

"¿Podrías dejar de ser la persona más interesante que he conocido nunca?" – me acerco a ella. – "Estaría bien querer salir de tu piso y dejarte tranquila."

"Ese es tu problema, y yo no te voy a echar." – se ríe.

Estaba más guapa aún cuando se reía.

"Solo faltaba que me echaras."

"Ahora que lo pienso, sí que me has oído hablar en francés. La primera vez que viniste a verme al teatro te dije je suppose."

Abro la boca ligeramente. – "¿Te acuerdas de eso?"

"Claro, ¿cómo no me iba a acordar? Fuiste la única persona que habló conmigo en la fiesta que se acercó a felicitarme por la representación al día siguiente."

No sabía qué contestar, ni siquiera se me ocurría cómo contestar, así que le hice caso a mis latidos acelerados.

Me acerco a ella en un paso y le agarro la muñeca con suavidad, ella se gira por inercia.

"¿Alejan-"

No la dejo acabar, ya he unido nuestros labios después de sujetar con cuidado sus mejillas.

Ella se apoya en mi pecho para no caerse hacia atrás y devolverme la acción, cosa que me acelera el doble el pulso.

Me separo y apoyo mi frente en la suya.

"En los días que me quedan de vida, no dejaré que vuelvas a sentirte así. Nadie tiene derecho a hacerte sentir así. Eres increíble, Natalia. Y me esforzaré todas las horas que esté contigo en que te lo creas."

"Soy buena en lo que hago. Increíble en otros aspectos ya no lo sé."

"Yo sí lo sé. Y evidentemente que lo eres."

Ella me abraza y me acaricia la espalda, yo hago lo mismo. Y así me olvido de que el tiempo pasa.

"Gracias por todo, Alejandro."

Inspiro y me decido a soltar todo lo que me rondaba la cabeza desde hacía ya varios días.

"Sé que no te queda mucho tiempo aquí." – mi voz refleja mi tristeza. – "Y quería preguntarte algo."

"Lo que quieras."

"Me gustaría... intentar ser algo más que amigos. Si quieres, claro."

La oigo suspirar, intento no saltar a conclusiones desastrosas.

"Me encantaría intentar muchas cosas contigo, Alejandro Balde. Eso que propones es una de ellas."

"No- No quiero ir rápido y joderlo todo, no quiero eso. Nos lo podemos tomar con calma, ¿te parece? Así vemos lo que nos funciona y lo que no funcione, intentamos solucionarlo, a nuestro ritmo."

"Claro, yo tampoco quiero joder esto. A nuestro ritmo."

"¿Puedo decirte algo?"

"No tienes que preguntar."

"Solo sé que me gusta mucho estar contigo. Que nunca había querido con nadie más parar los minutos para poder estar más rato escuchándote hablar de cualquier cosa. Que quiero abrazarte hasta que te duermas todas las noches. Que me gustaría besarte hasta que te olvides del mundo, porque quiero que sepas que me vas a tener siempre. Quiero ser al que le cuentes tu día, lo que vas a hacer para cenar, las palabras extrañas que se inventan los niños de tu antigua vecina y al que le expliques los chistes de los que te ríes con Jaume. Quiero intentar ser eso para ti. Quiero que me dejes intentar serlo, y voy a hacer todo lo que esté en mi mano para no decepcionarte. Porque ha sido casi un milagro encontrarte en mitad de todo lo que me está pasando, y tú has sido lo mejor. Porque siento que quiero estar cerca de ti, eres como un imán, no me dejas irme. Y yo no quiero irme."

"Eso ha sido un discurso del Congreso, Alejandro Balde." – se ríe después de varios segundos en silencio, y yo suelto un suspiro de alivio. – "Menos mal que no he llorado, habría sido muy vergonzoso."

"Cenaría contigo de todas maneras, no te preocupes."

"Se agradece la aclaración."

Vuelvo a abrazarla, contento por haberme quitado ese peso de encima. Y porque ella también quería compartir todo esto conmigo.

"¿Te he dicho alguna vez lo guapísimo que me pareces?"

Gracias, Natalia.

Sí que eres un milagro.











🚀🚀🚀🩰🩰🩰

el discurso del congreso de alejandro a llorar

enfin más monos y no hago este fanfic porque vomitaría de la diabetes

otro capitulete a la lista <3

Question... - Alejandro BaldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora