trente-sept.

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Vuelta a la competición doméstica. Si los chicos ganaban hoy, ahora sí, ganaban el campeonato.

No más tensiones teniendo que estar contra la espada y la pared por 3 puntos.

Era hoy contra el Mallorca. Sí o sí.

Sabía que lo harían.

Era la despedida de Busquets, de Jordi y del estadio.

Iba a ser una tarde bonita.

Salté más alto que nunca cuando Ansu marcó en el primer minuto. Me abracé a Jaume con fuerza, emocionada por lo contento que estaba el chico. El estadio entero celebró con fuerza la inauguración temprana del marcador a favor de los locales, que le dio más alas a la grada de animación.

La tarde estaba siendo bonita, hasta que pasó lo peor.

Vi en cámara lenta cómo un jugador del equipo contrario le clavaba los tacos en el tobillo a Alejandro. Me tapo la boca, horrorizada al verlo retorcerse en el césped.

Alejandro, levántate, por favor. Por favor.

Los segundos parecían haberse congelado. No se levantaba. Y el mundo entero se me vino encima cuando los servicios médicos del club empezaron a andar hacia él.

"¡Alejandro!" – chillo, desesperada porque me oyera cuando lo pusieron de pie, sujetándole el peso. Gavi se acerca a él y le seca las lágrimas.

Cualquier miedo que hubiese tenido nunca sobre la atención recayendo en mí se esfumó de golpe. Quería gritar hasta quedarme sin voz, estaba dispuesta a saltar la barrera y pasar al campo, pero él no podía estar solo, no ahora.

Sus lágrimas se convirtieron en las mías, pero era imposible que me oyese. Se marcha cojeando a los vestuarios y yo busco una forma de ir con él.

"Natalia." – me llama Jaume. Le miro asustada. – "El pase."

Recuerdo la cuerda que me colgaba del cuello. Esta vez el pase era de Gavi, pero serviría.

"Ve." – me anima suavemente.

Ese fue el clic que me hacía falta.

Nunca había corrido tan rápido, los guardias no me pusieron pegas al verme la identificación de lejos y es la primera vez en la vida que le agradezco algo a una fuerza de seguridad.

Entro como un huracán al pasillo, centrada en llegar al vestuario y verle. Tenía que estar bien.

Ni Alejandro Balde ni Natalia Altier lloraban.

Solo el uno por el otro.

Por fin, la puerta. Pego un manotazo en la superficie y empujo hacia dentro.

Está solo.

"Alejandro." – murmuro dolida al verle la expresión.

Se está aguantando las lágrimas.

"Pinta mal." – dice a duras penas, y aun así intentando darle ligereza al tema.

"Cariño..." – llamo, al borde del llanto otra vez.

"Lo siento."

Le alcanzo en tres pasos y me siento a su lado. – "Mírame, Alejandro."

Él sacude la cabeza. – "Lo siento mucho."

"No tienes que sentirlo."

"Lo siento, de verdad." – levanta la mirada y por fin la conecta con la mía. – "Por todo."

Termina de romperse y se inclina hacia mí, buscando consuelo.

Yo le abrazo con todas mis fuerzas, acompañándole en los sollozos, liberando todo lo que había pasado desde aquella fatídica noche.

Se fuerza a echarse hacia atrás e ignora el resto de gotas que le hacen brillar las mejillas. – "Hasta llorando estás guapo." – le sonrío con desgana.

"Quiero contarte-"

"Ahora no." – le interrumpo, con toda la firmeza que puedo reunir puesta en esa frase. – "Ahora no estás para eso."

No dice más y vuelve a abrazarme. Yo le acaricio el pelo con tranquilidad, mientras esperábamos juntos a que esa pesadilla terminara pronto.

Ni él ni yo volvimos al campo.











🚀🚀🚀🩰🩰🩰

admito que tuve traumas de vietnam escribiendo esto, yo fui a aquel partido contra el mallorca, eran mejores tiempos (gavi30 vuelve teamo te echo de menos mi vida no tiene sentido sin ti)

y queda la recta final, vamos con las curvas emocionales

espero que sobreviváis jsbdnsk   

Question... - Alejandro BaldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora