14. Alianza

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Ni el calor de la fogata en la que se encontraba en frente, conseguía que Yuichi calmara el temblor de su cuerpo. Estaba demasiado ansioso. Es decir, con ansiedad. Desde que habían llegado no se separaba de Hana. Ambos se encontraban en una esquina hasta dentro de la cueva, mientras que los refugiados, así mismo como Leonardo y su familia eran rodeados por el calor corporal de los demás. Preguntándole sobre todo a Leo, "¿Cómo hizo para encontrarlos?", "¿En algún momento creyó que no lo lograría"?, o cosas como "¿Ese conejo te hizo algún daño?", "¿se puede confiar en él y esa niña?"

Era demasiado.

Las horas habían pasado, ya era de noche, pero las preguntan y la sed del chisme no cesaba.

Pero en el caso de Hana, no le importaba. Se acostumbró durante esos días al trato inconforme por parte de los demás. Después de todo, su hermano no había dejado una gran racha cuando se perdió. Por ende no era la mejor para ser relacionada con el de tez blanca. Para Yuichi, importaba aún menos. Estaba junto a su querida hermana. Los demás no importaban lo suficiente como pensar en la opinión de estos hacia él.

Solo veían al fuego mientras el de orejas largas abrazaba en totalidad a la gatita. Aunque, por un instante, subió la mirada, porque curiosamente, sintió la presencia de otro cerca de ellos.

--- Hola.- su voz resonó tan suavemente en los oídos de los hermanos que hasta les dio un ligero escalofrío.

--- Sensei Leonardo. - la niña rápidamente se salió del abrazo de su hermano mayor para agachar completamente el cuerpo en una reverencia de respeto. Cosa que de inmediato la tortuga detuvo antes de siquiera tocar el suelo en su totalidad.

--- Oye, oye, tranquila. Todo está bien, no es necesario, de verdad. - luego subió la mirada a Yuichi quien parecía no saber si hacer lo mismo que ella o quedarse ahí sentado. - de verdad...- dijo tranquilamente con una sonrisa. --- Oye...¿podemos hablar? a solas, Hana, tú, mis hermanos y yo?

El muchacho subió la mirada detrás de la de Leonardo para encontrarse con su familia, bastante intranquila y los refugiados susurrando entre sí. Que extraño peso se sentía en el ambiente. No quería admitirlo, pero se sentía ligeramente menos en peligro con la tortuga líder cerca.

--- De acuerdo...

Se levantó aún cubriéndose con la prenda que el de orejas rojas les había dado al par de hermanos. Mientras Leo tomaba la mano de Hana y caminaba no tan lejos de Yuichi. Los tres caminaron fuera de la cueva, seguidos por la familia de Leonardo, quienes estaban bastante extrañados de ver la sumisa reacción del conejo. Se miraban muy confunidos entre ellos.

--- Muy bien todos, descansen. Volveremos en un momento y les daremos cualquier actualización. - vociferó Abril mientras daba algunas prendas a los refugiados para cubrirse.

Uno y sus hermanos veían desde lejos a Hana, mientras les alzaban sus pulgares en señal de que todo estaría bien y que ellos estarían ahí para ella. La niña de ojos bicolor sonrió más calmada, apretando aún más la palma con su hermano.

La noche era preciosa, soplaba un viento tibio, las estrellas estaban a la vista y el olor a pasto era grandioso. Lastima que ese momento tan ameno debía ser interrumpido por los Hamato y los Usagi y su vibra tan pesada. Leo miraba a ambas familias, y suspiró para tomar el mando de la conversación, pero Yuichi se le adelantó.

--- Crecí en una granja, vengo de Neo Edo, Japón, tengo veinticuatro años y mi hermana, quien es adoptiva tiene diez años de edad-

--- ¿Y ahora qué? - trataba de interrumpir Donatello. Hana estaba igual de confundida.

--- Vengo del clan Usagi, mi antepasado es Miyamoto Usagi, prestigioso y reconocido guerrero-

--- Oye ve más despacio- quería interrumpir Rafael.

En la guerra no hay amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora