22 Traición parte 2

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Van a llorar. No me odien. Lean con discreción. Disfruteeeen. Después van a amarme lo sé.
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No importaba cuanto caminaran, sentían que no iban a ningún lado.

--- Mikey, tienes que recordar, ¿dónde los viste por última vez? Sólo así podré transportarnos allá. Con suerte. - esto último lo dijo para sí mismo en voz baja. Ya que la realidad es que ninguno de los cuatro hermanos había activado sus poderes místicos en años. No por no querer, con el tiempo se iban desvaneciendo. Y cada vez era menos capaz de controlarlo.

El menor ya no tartamudeaba pero seguía temblando de manera ligera. Sobre todo sus manos. Buscó refugio al ver directamente a su hermano. Parecía dolido. Y no específicamente de manera física.

--- Tal vez uno de los dos debe volver al refugio.

--- Pero a penas y tenemos energía Mikey...tampoco me agrada la idea de dejarlos...pero Cassandra y Abril están con ellos. Y están refugiados. No hay manera que den con ellos. Sería un mayor riesgo si volvemos solo para que sean un blanco fácil.

La tortuga contraria asintió después de un par de segundos de ser sacudido por tantas emociones. Su hermano tenía razón. No podían arriesgarse. Además había algo igual de importante, ir por sus hermanos

--- De acuerdo. Sigamos. Recuerdo que vi como se los llevaban hacia el lado contrario de donde Rafa te empujó.

--- Bien, estamos como a diez minutos de allí

--- Leo, estoy preocupado...¿no deberías usar tus odachis para llegar más rápido? No tengo una buena sensación de todo esto. O de Sandro...no entiendo como pudo...

Se detuvo y giró rápido hacia su hermano. Tomándolo por los hombros.

--- Oye, oye...sé que estamos consternados y todo...pero quizá pudo haber sido un error de la arena y el movimiento...- trató de defenderlo.

--- Leo. Lo vi. Tampoco puedo creerlo pero lo vi.

El silencio abundó por unos segundos hasta que el de franjas rojas decidió que lo mejor era no aturdir más al pequeño.

--- De acuerdo...sigamos.
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Abrió de par en par sus ojos al sentir que repentinamente había cambiado el ambiente. Se sentía helado, vacío, extrañamente familiar.

Miró por sus alrededores, sin saber que miraba porque aún con los ojos abiertos, todo estaba oscuro.

--- ¿Hola? - su voz resonó por el sitio devolviendole incómodos ecos de sí mismo. Giró una vez más a sus espaldas para encontrar algún tipo de vida junto a él pero nada.

Unos segundos en silencio una luz color cian entre verde y azul se interpuso justo frente a su vista, cegandolo por unos segundos.

--- ¡Aghhh! ¿Pero qué-

--- Rafael...

--- ¿Pa?...¿papá? - no podía creerlo. Hace tanto tiempo que no había visitado a su padre pero...¿Por qué estaba ahí ahora? No recordaba haber conectado con su Ninpō.

--- Hijo mío. Me alegra verte pero...¿Qué haces aquí? - el aura se acercaba a él y aunque no pudiera sentirlo del todo, en escencia podía.

--- Papá...Los chicos y yo. Estabamos- habiamos- ah...- trataba de ordenar sus palabras. Algo en si mismo no se sentía bien. Sentía una extraño pesadez. --- Corremos peligro. Los Kraang, quieren nuestra escencia Hamato...como Shredder alguna vez...pero ahora se siente diferente, papá. Quieren la de todos, incluyéndote...¿Qué hago?

En la guerra no hay amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora