20. El primer adiós

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Nota: Lenguaje fuerte, bloodwarning

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La mañana llegaba y con ella, la energía de toda la resistencia estaba en su máximo esplendor. El día anterior había sido anunciado el llamado abierto para aquellos que quisieran formar parte de la misión del presente día, muchos estaban emocionados como nerviosos, pero con el pecho en alto para acompañar a los Hamato en la misión de recolección de suministros. Era un plan simple: salir, evitar a los Kraang a toda costa y si era necesario pelear, lo harían priorizando buscar escapar y no quedarse en un mismo punto durante mucho tiempo. Con la mente maestra de Donatello, la fuerza de Rafael, las habilidades natas de Miguel Angel y la guía de Leonardo, nada podría salir mal.

Se apreciaba como la gente comenzaba a salir de sus tiendas, estirándose, deseosos de saber como empezaría el día. Media vez Leo y los demás salieron, llamaron en voz en alto a quienes se habían levantado ya. Pues desde la noche anterior, quedaron de que madrugarían solo aquellos que deseaban ir.

Yuichi arropó mejor a su querida hermana, evitando que su hombro descubierto se enfriara por la fría mañana. Una vez hecho eso, salió para ir a la tienda de al lado, la que compartía con Sandro. Lo encontró atándose su pantalón flojo negro favorito.

--- Buenos días, algodón.

El contrario solo le sonrió a medias para terminar de entrar a la tienda. Sin decir una palabra. Ya de frente, comenzó a sacudirle la tierra de su prenda de arriba, en el pecho y hombros.

--- Oye, ¿aún sigues molesto porque me ofrecí a ir? - le decía suavemente al tenerlo tan cerca. Yuichi sabía lo que intentaba, seducirlo y bromear con ello para que él no comenzará a sermonearlo. Pues no iba a servirle.

El de pelaje blanco seguía sacudiendo, sin mirarlo.

--- Oye, oye. - hizo una pausa, sonriendo y buscando su mirada. --- Oyeeee. Vamos, no estés así. - le obligó a verlo tomando su mentón. --- Ya prometí que voy a cuidarme. Además, he estado haciendo el programa público desde el día uno que llegaste. Puedo hacerlo.

El muchacho subió la mirada para sostenerla unos segundos y sonreír a medias.

--- De acuerdo.
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--- ¿Todos están listos? - vociferó Miguel Angel mientras todos los voluntarios se iban reuniendo cerca de la entrada de la guarida.

Había de todo, mutantes, hombres, mujeres, de varias edades, las necesarias y más aptas. Dando la señal con la mirada Leo le indicó a Miguel que era hora de que todos se despidieran por ahora de sus familias y cercanos. Podía ser un viaje de solo dos días, pero para ellos que es tan importante la familia, decidieron dar ese agradable momento. Leonardo bajó de la tarima y comenzó a buscar con la mirada inconscientemente a alguien mientras se metía entre la multitud.

--- Procura no pelear si no es necesario, cielo. - abrazó con calidez y fuerza la esposa del de cinta roja.

--- No lo haré. - sonrió con los ojos cerrados mientras disfrutaba de ese cálido abrazo. Sentía como cuatro adolescentes se unían contentos al abrazo.

--- Cuídate, papi. - abrazó su pierna Yi.

--- Te queremos mucho, pa. - dijeron al unisono Moja y Odin mostrando dos hermosas sonrisas.

En la guerra no hay amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora