18. Remordimiento

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La hora de la cena. Ese cómodo y agradable momento para toda la resistencia. La guarida, que una vez fue sencilla y equipada de amor, ahora era un verdadero refugio, un hogar. Habían cocinas, comedores, ya no comían en el suelo y la dura tierra. A pesar de que todo era bajo tierra, la iluminación se lograba por las hermosas linternas de tono amarillo intenso, dando una confortante calidez.

En uno de los comedores más grandes se encontraba la familia Hamato junto a algunos refugiados que charlaban a gusto. Todos disfrutaban de unas deliciosas zanahorias con frijoles y trozos de sandía. Podía ser poco para algunos, pero para ellos era un gran regalo.

--- Vaya, Yuichi. Tengo que admitir que debo darte mucho crédito de esta cena. Los cultivos han dado bastante en los últimos meses. - le sonreía el de rojo mientras daba un bocado a su comida.

Todos al rededor asentían.

--- Definitivamente. Además, algunos niños de mi grupo de entrenamiento hablan mucho de como pasas giras ahí. Jajaja, están tomando interés. Eso es muy bueno. - le felicitaba Mona, mientras a su vez daba parte de su comida a Yi y a Odín quienes peleaban a su lado por quien tenía más comida que el otro.

--- ¡Sin duda! Siempre creí que la cultivación era algo aburrida y tonta, pero de verdad es gracias a usted que he cenado a gusto estos últimos meses. - complementó Yi. La pequeña masticaba a gusto mientras Uno solo rodaba los ojos.

Esa escena le dio ternura al conejo.

--- Jajaja, gracias Yi. Hago lo que puedo con lo que tengo. Ha sido todo gracias a la cooperación y paciencia de todos. Sandro también me ha estado ayudando con el jardín, así que el crédito también es para él. - giró con ternura hacia su pareja. Su hermana rodó los ojos y sacó la lengua.

--- Yui, estoy comiendo.

Todos rieron.

Todos al menos lo ahí reunidos.

Pasaron los minutos y poco a poco los más pequeños de la mesa comenzaron a bostezar y a sentir los párpados cerrarse. Hana y Uno incluidos. Rafael y Mona al notar esto no pudieron evitar quitar su atención de la conversación con los más grandes para atender en este caso, a sus hijos.

--- Bueno muchachos, creo que nosotros iremos retirándonos por ahora. Mañana hay entreno. - dijo Mona dulcemente mientras despertaba a Yi y a Odyn, seguido de Moja y Uno.

--- Pero, no tengo.. - bostezó el mayor. - sueeeeeño. - dejó caer un poco su peso en el hombro de su madre.

--- Ajá, como no jovencito. Según recuerdo, mañana tienes entreno con Rafael, así que. - puntualizó y de golpe el joven se levantó. 

--- ¿¡En serio?! ¿Mañana entrenaré contigo?- se giró emocionado hacia su papá.

Esto enternecía a Rafael. Podían los niños aún no llamarlo padre, aún después de algunos años casado con Mona, pero esperaría paciente y respetaría eso.

--- Claro, chico. Peeeero no sé qué tanto puedas aprender si te desvelas, así que. - Le siguió el juego a Mona. Y lograron su objetivo.

--- ¡Ya mismo me voy a dormir! Vamos chicos. - tiró de sus hermanos para llevarlos a su carpa. --- ¡Adiós HanHan! - se despidió de lejos.

Esta sonrió y solo copió su gesto. Bostezó un poco más y se levantó de igual manera.

--- ¿HanHan, eh? - molestó su hermano.

--- Pff. - rodó los ojos molesta y sonriente a la vez. --- métete en tus asuntos, conejo bobo. - codeó para luego retirarse a dormir, no sin antes recoger su plato. --- Descanse sensei. - abrazó a Miguel Angel para luego despedirse igualmente de Donnie y Abril. Pero solo desde lejos a Sandro. Cosa que él notó.

En la guerra no hay amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora