Llegó a su casa una hora después, todavía temblando de la cabeza a los pies.
Intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada. — ¡Abre la puerta, Sana! — Jongho golpeó la puerta con el puño, inclinándose hacia adelante. — Abre la puerta — gritó. Sana abrió con vacilación. Jongho entró a trompicones. — Me expulsaron, me dejaron sin trabajo. Me lo quitaron, Sana — Jongho la miró con los ojos cristalizados — No tengo nada. Nada. No p-no puedo hacer dinero, no puedo- — sollozó y se llevó la mano a la boca.
Sana se quedó quieta. Jongho no podía soportarlo. ¿No podría al menos decir una sola palabra? Sana se acercó a él. — Tal vez... es una señal, Jongho. N-no deberías hacer lo que estás haciendo. —
Jongho balbuceó, incrédulo. — ¿Crees que s-si tuviera opción, no me detendría? ¡Lo haría! ¡No quiero que me expulsen de la sociedad de esta manera! ¡No quiero que me traten así! Quiero ser a-aceptado, amado, apreciado. No- — Jongho cerró los ojos, dejando que una lágrima cayera por su mejilla. — No así.
— Se valiente. —
Jongho la miró con los ojos muy abiertos. Ella tragó saliva. — No puedo creer que tenga que decir esto, pero ¿no puedes simplemente detener todo esto? ¿Todas estas tonterías? Como Yunho — dijo Sana, y escuchar su nombre hizo que a Jongho se le cayera el corazón al piso — ¿Crees que Yunho lloraría si perdiera su trabajo? Lucharía por él, o conseguiría otro. No puedes sentarte y llorar así todo el tiempo, es patético.
— Yo-no so- —
— Lo eres, Jongho. ¡Actúas como una mujer! — Sana espetó. — Pareces una doncella incluso frente a Kazuha, ¿Sabes? Es tan, es tan humillante. Todo el tiempo que estuve con mis hermanas, sus maridos se burlaban de ti por ser tan femenino. Puedes parecer un hombre, Jongho, pero no actúas como tal. Ellos... ¡Ellos construyen y arreglan cosas! ¡Aman a sus esposas y salen a trabajar! ¿Y tú? Te quedas en casa escuchando música o lo que sea que haces, vas a que Yunho te folle. ¡Es repugnante, Jongho!
Un escudo de vidrio y porcelana alrededor de una flor blanca y deslumbrante se rompió en miles de pequeños pedazos y cayó al suelo. La flor nunca floreció completamente, murió antes de tener la oportunidad de vivir.
— Lo siento. — Jongho exhaló en medio de Sana gritándole. — Lo siento. Lo siento. Lo siento. — dijo con voz débil, vacilante. — Lo s-lo siento. —Sana se detuvo.
— Creo que bien podríamos divorciarnos en este momento, sería vergonzoso seguir contigo.
Jongho se sintió solo, tan solo, tan vacío, roto, cayendo, rompiéndose en pedazos. Él era la flor y sus pétalos se estaban convirtiendo en cenizas.
— ¿Nada de lo que te dicen te entra en la cabeza? ¿Has perdido la cordura por completo, Jongho? ¡Escúchame! ¿Qué tan débil eres? ¿No tienes una palabra que decirme? Te estoy gritando, llamándote mujer! Y te niegas a contestarme
Jongho quería caer al suelo y llorar hasta que no pudiera respirar más. Quizá la vida se le iría volando y quedaría ahí muerto, pero ese era un deseo demasiado fuerte. Jongho no podría hacer tal cosa. En cambio, se dio la vuelta y salió de la casa.
— ¡Si no cambias, entonces te obligaré! — Sana lloró desde el interior de la casa.
Jongho se fue.
— ¿Eres gay? — San dijo a través del teléfono. Jongho le marcó desde la cabina telefónica cerca de la orilla del río. — ¿Homosexual? ¿Por qué? —
— No lo sé — respondió Jongho, de pie rápidamente en la cabina roja adjunta. Había pasado horas a la orilla del río, en silencio, mirando al agua a lo lejos devorar el sol de la tarde. Como lo recibió en sus brazos pero lo mató con la noche.
— Eso está bien... Umm... Que te mejores. — san dijo, pero sonaba mal. — No estoy seguro de lo que quieres que diga, Jongho, me preocupo por ti... no así — San dijo bastante rápido. — Pero esto es un shock. Podría decir que había algo... afeminado en ti.
— Lo he oído antes.
— Bien, bueno... Umm... Me iré entonces.
— ¿Cuándo puedo devolverte la ropa? — Preguntó Jongho, mirando como los autos pasaban por la carretera vacía.
— No tienes que hacerlo, de verdad, está bien, puedes quédatela. Estaré ocupado por las próximas... semanas. Tengo trabajo y cosas así, ya sabes, con la escuela, lo siento — San dijo rápidamente. Jongho sabía que san ya no quería verlo, que quería distanciarse de él porque estaba enfermo, ¿No? Jongho ni siquiera lo culpó.
— Entiendo. Te veré en el futuro, tal vez. — Susurró Jongho. — Adiós, San.
— Adiós.
Jongho cortó la llamada telefónica, cerrando sus ojos ante la pintura roja desconchada frente a él. No tenía la energía para caminar de regreso a casa. Si pudiera, se desmayaría ahí mismo en la cabina.
Jongho salió de allí. No sabía a dónde ir. No quería ir al club, pues la idea de la música alta y las luces intermitentes hizo que su piel ardiera de fiebre. No quería volver ahora.
Jongho comenzó a caminar por la calle vacía, con las manos a los lados. Había un silencio inquietante en esa parte de Londres, solo unas pocas casas aquí y allá, la mayoría vacías. Jongho se sentía tan vacío como las calles a su lado.
Jongho nunca fue paranoico, pero tal vez debería haberlo sido en ese momento.
Antes de darse cuenta, escuchó pasos detrás de él, pero lo ignoró. Estaban bastante cerca. No solo eran pasos, sino voces bajas acercándose más y más, arrastrándose detrás de él, casi justo contra él hasta que...
— Tú, — Jongho se dio la vuelta con una mano alrededor de su muñeca. — Eres ese gay de ese club, ¿No?
— ¿Que? — Jongho parpadeó confundido. Los dos hombres frente a él eran altos, vestían camisas oscuras y lo miraban con curiosidad, con sonrisas en los labios.
— Tú. Tú eres esa florecita del club. — Dijo el otro hombre.
Jongho tragó saliva. — S-sí. — El asintió. — ¿Por qué? Viniste a ver un espectáculo- —
— Enfermo de mierda — Uno de ellos lo cortó antes de darle un puñetazo en el estómago.
Jongho gritó de dolor y se tambaleó hacia atrás. — ¿Q-qué?- — intentó decir, pero el otro hombre lo atrapó y lo levantó. Le dieron un puñetazo en el costado. Jongho levantó los brazos pero lo tiraron hasta que cayó al suelo.
Jongho gritó pidiendo ayuda. Lloró hasta que su garganta quedó ronca. Ayuda, ayúdenme, por favor que alguien los detenga. Jongho sintió una patada tras otra contra su costado, golpes contra su estómago, un golpe de dolor absoluto que lo lastimaba por razones desconocidas. ¿Por... por qué?
Uno de los hombres apretó su mano alrededor de su cuello y lo ahorcó, haciéndolo comenzar a llorar, tan débil como estaba. Lo empujaron contra la pared y arrancaron el collar de diamantes que Yunho le dio de su cuello. Jongho siempre lo usaba. Siempre lo usaba y juró nunca quitárselo.
— N-no- — gritó Jongho, con los ojos muy abiertos. Gritó más fuerte, sus ojos volviéndose blancos de miedo cuando lo rompieron. — ¡No! — Jongho empezó a agitarse, a gritar y sollozar. — ¡No! ¡N-no eso! ¡No-por favor! — Chilló tambaleándose hacia adelante, sin poder detenerlos mientras destrozaban la única pieza de amor que le quedaba.
Moonflower. Las palabras grabadas se rompieron en pedazos. Jongho no podía mirar. Solo podía llorar y desear que los cielos lo ayudaran. Pero no lo harían, ¿Verdad? No, lo mandarían al infierno.
— Y si te volvemos a ver — dijo el hombre, con la cabeza gacha después de golpearlo en la cara repetidamente. — En ese club, a ti o a cualquiera de tus amigos, te mataremos, te dispararemos, ¿Entendido? —
Luego lo dejó caer, y el chico cayó contra el suelo, cada centímetro de su cuerpo dolorido. Arrastró su cuerpo hacia un lado hasta que sus dedos temblorosos alcanzaron el collar roto. Lo acercó a sí mismo, apretándolo en su puño.
Podía ver su reflejo en el diamante roto. Su labio estaba sangrando. Su mejilla estaba cortada. Sus ojos estaban rojos por las lágrimas. No era un hombre. No era nadie. En ese momento, no era nada.
¿Cómo puedes romper a un hombre que ya está tan roto?
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Somebody to love - 2ho / Yunjong
FanfictionEnamorarse de un hombre durante los años 50 nunca fue algo que Yunho o Jongho hubieran imaginado. Especialmente cuando ambos estaban casados con sus hermosas esposas. O, la historia de dos amantes que nunca fueron el uno para el otro, pero el destin...