Sumérgete en esta emocionante historia que te atrapará desde el primer capítulo con su intenso contenido lleno de romance, erotismo, secretos, inseguridades y mucha pasión.
Acompaña a Ethan y April en la travesía que les espera para poder estar junt...
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—Quería verte. —dijo encogiendose de hombros. Al estar frente a mí se inclinó y pude percibir su aroma a paraíso, me dio un beso gentil en los labios que desee perpetuar.—¿Estás bien? Pareces incomoda.—determinó al verme perpleja.
—No, no es solo que me sorprendiste…—asumí con toda la sinceridad posible y mi cuerpo entero deseándole.
Me miró ladeando la cabeza y tomó mis mejillas entre sus manos haciendo que me hundiera en el azul intenso de sus hermosos ojos y sus labios volvieron a rozar los míos, pero esta vez de una forma distinta, sentí su necesidad la palpé y acaricié latente entre nosotros.
Sus manos se deslizaron a mi cuello y luego bajaron suavemente por mi espalda, mientras gemí en sus labios por su tacto, deseé ser poseída por él, allí mismo sin importarme absolutamente nada…
—¡Listo April, vámonos de fiesta!—gritó efusiva mi amiga haciendo que me separara abruptamente. Intente fijarme en la portatil, pero era inútil, ni recordaba lo que estaba haciendo y nuestras respiraciones agitadas nos delataron.—Oh, lo siento.—dijo apenada Ghail con un tono irónico que evidenciaba que para nada lo sentía realmente.
Ethan la miró con una ceja enarcada por habernos interrumpido, pero en seguida cambio su mirada a una mas neutral.
—Yo soy Ghail Roberts, la mejor amiga de April.—dijo extendiendo su mano derecha a modo de saludo.
—Ethan Montes de Occa.—saludó firme, estrechando su mano.
—Él es el nuevo dueño del centro comercial.—lo presenté formalmente a Ghail con lo primero que se me ocurrió. Ella sonrió de esa forma que yo conocía perfectamente, y solo lo hacía cuando alguien le transmitía confianza.
—Es un auténtico placer conocerle al fin señor Montes de Occa.—puntualizó mi amiga con una sonrisa bailando en sus labios.
—¿Al fin? ¿Ha escuchado mucho sobre mi?.—inquirió mirándome con una ceja elevada haciéndolo lucir mucho más sexy si eso era posible.
—Muchísimo, diría yo...—la miré con mis ojos casi saliendo de sus cuencas, enrojecida y abochornada.—Nadie deja de hablar sobre el nuevo dueño del centro comercial.—finalizó mi amiga, devolviendome el aire.
—Bueno, los dejo solos.—anunció ella perdiéndose en el depósito.
—Creí que no hacias nada fuera de casa en las noches.—asumió de una forma que me extrañó por completo, en sus palabras había algo más que sólo la constatación de un hecho, y sus ojos reflejaban un toque de amargura.
—No lo hago en realidad… Pero acaba de llegar un amigo despues de un largo tiempo, han propuesto celebrarlo, y porque no despejarme un rato.—conté con toda la intención de que entendiera que lo de despejarme se resumía sólo a él.