Capítulo 2

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Layla:

-Señorita Layla...-Dijo Celine con voz titubeante- No deberías esforzarte demasiado...estás lastimándote-Celine se acerco a mi lado tembloroso-.

-No te acerques-Amenacé con voz fría-.

-Deberías hacerle caso a Celine-Opinó severamente Oficus-Si sigues entrenando de esa manera, morirás antes del Eclipsim final-.

-Aun me faltan fuerzas para desarrollar totalmente la luna ensangrentada-Contrarresté sin fuerzas-.

-Layla...-Dijo Oraculum con compasión-Nunca conseguirás desarrollar esa técnica, si sigues de ese modo. Por suerte, Oficus está aquí-.

Era cierto, sin Oficus aquí, yo ya habría muerto hace mucho tiempo. La técnica de la luna ensangrentada, consistía en formar un arma con mi propia sangre. Era difícil, pues solidificar la sangre por voluntad propia, necesitaba de mucha concentración y precaución, pues si fallaba mi cuerpo comenzaba a desangrarse. Gracias a Oficus, nunca había sufrido una hemorragia total, ya que él siempre estaba dispuesto a curarme.

Oficus se acercó a mi con suavidad, y con sus suaves manos, empezó a sanarme. El charco de sangre que había a mi alrededor, fue volviendo a mí, poco a poco, hasta finalmente dejarme intacta. 

-Oraculum tiene razón-Aceptó Oficus con seriedad- Lamento decírtelo princesa Layla, pero no seguiré ayudándote, ya que tu vida esta exponiéndose con frecuencia a la muerte, y eso te debilita-.

-Uff...-Resoplé con desaprobación- Por favor, no lo hagas-Pedí con angustia-Reduciré la frecuencia de mis entrenamientos-.

Oficus me miró, dudando por unos instantes, pero luego aceptó.

-Y ya que tendrás mas tiempo libre, entrenarás conmigo-Anunció Oraculum-Supongo que ya es hora-.

- ¿Es...enserio?-Pregunté conmocionada, ya que Oraculum decía que yo era lo bastante idiota y débil para entrenar con él-.

-Si-Respondió seguro-Tú también puedes venir Celine-Añadió, a lo cual, Celine aceptó encantado-Oficus, necesito pedirte una favor-Dijo Oraculum con discreción. Oficus asintió sin dudar- Mientras me encargo de ellos dos, quiero que tu te encargues de Lauviah-Las palabras de Oraculum amenazaban con quebrarse-Aún sigue débil...-.

Oficus tardó unos momentos, pero accedió. Oficus se retiró de la bóveda en la que nos encontrábamos, dejándonos a solas con Oraculum.

-El entrenamiento empezará hoy-Enunció Oraculum, caminando alrededor de nosotros-Primero, estudiaremos a nuestro enemigo-Oraculum se sentó en posición de flor de loto, sobre la esfera superior de su báculo-Está Haruki, con él que anteriormente hemos visitado-.

-Es débil físicamente, pero cuando se trata de poder mental, es un experto-Reconocí hostil-.

-Es gracias a mi hermano-Corroboró Oraculum-Nostradamus, no es un enemigo que no se debería tomar a la ligera. Me odia, y hará hasta lo imposible para verme muerto...-.

-Pero son hermanos...-Dijo contrariado Celine-.

-No exactamente...-Contestó Oraculum precavido-Nostradamus no lo sabe, pero no somos hermanos de sangre-.

- ¿Qué?-Preguntamos sorprendidos-.

-En el anterior Eclipsim existieron cuatro oráculos, una de ellos se llamaba Feng. Por casualidad, encontré su diario, donde relata ciertos aspectos del Eclipsim anterior...Allí también explicaba el origen de Nostradamus y el mío, y no compartimos la misma sangre-Explicó sin dar muchos detalles-.

Pero las palabras de Oraculum, sonaban lejos de mis oídos. Un ruido perturbador llegó a mis tímpanos, y un dolor insoportable recorrió mi espalda, haciendo que cayera al suelo como una muñeca de trapo. Mis ojos se humedecieron y rápidamente perdí el conocimiento. O eso creía. Desperté de nuevo, pero ya no estaba en la bóveda con Oraculum y Celine, me encontraba en un bosque frondoso. El bosque comenzó a arder, dejándome sin salida.¿Qué hago aquí? Preguntaba constantemente mi subconsciente. Un grito desgarrador resonó entre los llameantes arboles. Era el grito de un hombre. Me exasperé, al comprobar que el grito pertenecía a Anthony. Gritaba mi nombre desesperado. Corrí hacia la dirección de donde provenía el grito, sin importar que el humo llenaba mis pulmones y me impedía ver correctamente. Tenía que encontrarlo. Sin embargo, un segundo grito se oyó en la dirección contraria. Se trataba de Afriel, que al igual que Anthony, me llamaba afligida. Un tercer grito se escuchó la lejanía. Más desgarrador que los anteriores. El grito correspondía a Lysander. Los tres en direcciones distintas. Las ardientes llamas crecían sin parar. Tenía que rescatarlos. Estaban pidiendo mi ayuda a gritos y yo no los iba a abandonar. 

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