Capítulo 32

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Layla:

La luna ensangrentada. Aquella técnica que me había costado tanto manejar. Pero que ahora la podía utilizar sin riesgo de agonizar.

Celine se acercó a mi lado. Lucía pálido y ojeroso, e incluso se veía unos años mayor. Su cara reflejaba la sed de sangre y venganza que sentía en su interior.

— ¿Estás bien?—Le pregunté con preocupación—.

Celine no dijo una solo palabras, sin embargo, su mirada lo expresaba todo. Al verlo, me recorrió un escalofrío por la espalda. Celine no tenía nada de parecido a aquel niño astuto y valiente, ahora parecía un...espectro.

—Prosigamos—Dijo con un desdén de tristeza e ira en su voz—.

Asentí levemente y levanté mi báculo en dirección a la luna, que se alzaba celestialmente en el cielo. En mi otra mano, tomé el libro de las lunas y empecé a recitar las palabras correspondientes para las Blood Majestic- Nuestras letales armaduras color carmesí-. Tras un minuto exacto, unas líneas curvas blancas se grabaron en mi piel. Luego de 30 segundos, mi vestimenta y la de Celine cambiaron por completo. Las túnicas azules y plateadas habían quedado atrás, ahora lucíamos elegantes armaduras color sangre. El báculo se tornó rojo igualmente.

Una fuerza extraordinaria inundó mi cuerpo y mi razón. Mi cordura extrañamente volvió, lo cual agradecí infinitamente. Giré mi cabeza para ver a Celine. Me llevé un gran susto, pues parecía que tuviese 19 años. El poder había afectado su forma física de manera drástica. Tragué saliva y me concentré nuevamente en mi enemigo: Haruki.

Una aureola de llamas cubría su cabeza. Al igual que sus muñecas y tobillos. El calor que desprendía era impresionante. Junto a él, se encontraba una chica de aspecto severo y letal. No obstante, noté la misma mirada pérdida de Celine dentro de sus ojos. ‹‹ ¿Qué habrá pasado? ¿Dónde están Lysander y Anthony?›› Me preguntaba angustiada, pero el ardor me hizo concentrarme en mi maltrecho enemigo.

Los dos nos miramos fijamente, creando un silencio absoluto. Y como si el director de una orquesta hubiese dado la señal para iniciar, los dos nos abalanzamos uno sobre el otro.

Quería saber la gravedad de sus nuevas llamas de fuego, y me quedé con un recuerdo no muy agradable: sufrí pequeñas quemaduras de tercer grado y el mareo volvió a mi mente. Mi alrededor se tornó borroso y sentí la garganta como un desierto. Debía de tomar algo para calmar aquella insaciable sed de sangre. Comprobé nuevamente mi dentadura y con alivio, la encontré sin ninguna alteración. Tenía miedo. No sabía porque sentía aquella deshidratación.

Mi contrincante atacó de nuevo con sus puños de fuego, de los cuales hubiese muerto de no haber sido por la Blood Majestic.


Celine:

El caballero femenino Aten me observaba con remordimiento y pena. A pesar de que luciera una armadura de oro, en su interior, continuaba siendo débil e ingenua.

—Yo...no...quería decir que lo...—Comenzó a decir con palabras temblorosas—.

— ¿Lo sientes?— Interrumpí incrédulo, ante su hipócrita actuación

Pero luego, su expresión cambió y frunció el ceño:

—No lamento nada de lo que he hecho. Tu cretino amigo ángel merece estar bajo la linfa.

El filo de mi Katana resplandeció bajo la luna ensangrentada.

— ¿Puedes repetirlo? —Reté irónico, situando el filo sobre su garganta— Ten más cuidado con tus palabras, infame hetera.

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