Capítulo 28

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Haiaiel:

Las órdenes del príncipe Haruki habían sido calaras: No intervenir en el campo de batalla. Sin embargo, acatar esa sencilla orden era más complicado de lo que parecía. No podía quedarme allí, observando simplemente el sufrimiento de mis amigos. No podía. Así que abandoné la zona de batalla, y deambulé a través del Puente. No sabía a donde ir.

En la soledad, mi mente se abrumó con preguntas y recuerdos. Pasadas cinco horas, me tumbé en incoloro suelo y miré el cielo: El Sol y la Luna compartían un mismo escenario. El Sol en la derecha y la luna en la izquierda. En medio de aquel paisaje, me pregunté: ¿Quién soy realmente? Estaba totalmente perdido. No era Hai, pero tampoco era Aiel.

Cerré los ojos en busca de una respuesta, pero todo se volvió borroso dentro de mi mente.

Haiaiel—Llamó una voz severa dentro mi mente—Confía en mí. Lo que harás a continuación, será necesario para tu recuperación.

¿Quién eres?—Pregunté a la voz, que seguramente había creado mi mente en mi delirio—.

Esa información no es importante. Solo sigue mis órdenes de ahora en adelante—Ordenó la extraña voz—.

¿Por qué debería seguir tus ordenes?—Inquirí desconfiado—.

Porque si no lo haces, todos tus amigos morirán—Sentenció la voz indiferente—.

Sobresaltado, abrí mis párpados y me senté sobre mis muslos. Dentro de mi confusión escuché otra voz que me llamaba. Sin embargo, esta vez la voz era real.

— ¡Aiel!—Llamó nuevamente la voz—.

Al levantar la mirada, me encontré con el perfil de Afriel, mi antigua hermana traidora. Pensé que no me recordaba, pero su actitud demostraba lo contrario.

— ¡Al fin te encontré!—Gritó conmocionada—.

Afriel se abalanzó sobre mí y me rodeó con sus ligeros brazos. Afriel continuó hablando sobre lo emocionada que estaba y lo tanto que sentía no haberme buscado antes. No obstante, la voz severa intervino nuevamente:

Mátala—Ordenó hostilmente—.

No soy capaz—Me rehusé débilmente—.

Si no lo haces, ella lo hará—Contrarrestó aún más severo—.

Ella no haría eso—Me convencí recordando los momentos junto a ella—.

¿Estás seguro de eso?—Desafió la voz— Tiene un cuchillo oculto bajo su muñeca, listo para atacarte.

La voz se apoderó de mi cuerpo y de mis acciones. En unos segundos, mi cuerpo ejecutó la vil orden de la voz. El cuerpo de Afriel se desplomó ante mis ojos y su sangre cubrió mis manos.

Haz hecho lo correcto. Ahora la verdad se revelará ante tus ojos—Dijo la voz tranquilamente—.

Eres un mentiroso—Susurré mientras me perdía en el mar oscuro de mis recuerdos—.


Menhit:

El ángel atestó un peligroso golpe en mi abdomen. Resultaba obvio que él sería el vencedor en esta pelea. Me sentí avergonzada al ver cómo había decepcionado a Haruki. Haruki...cuanto lo extrañaba. Soñaba con disfrutar junto a él, después de que toda aquella catástrofe hubiese terminado. Sin embargo, aquellos sueños habían sido aplastados. Lamentaba no haber entrenado mejor, y lamentaba aún más, no haber pasado todo su tiempo junto a Haruki.

Postrada en el suelo, alcé la mirada con el fin de observar a Haruki por última vez. Su cabello resplandecía como de costumbre y su táctica de pelea era igual. Se veía tan guapo como siempre. Distinguí su anillo en el dedo anular. Sonreí y observé la mía. Ambas eran idénticas. Suspiré, era el momento.

El ángel efectuó su golpe final. Sin embargo, titubeó unos segundos antes al ver que yo no oponía resistencia. Sentí pena por él. No parecía ser mala persona, y sus acciones eran manejadas con el fin de proteger a sus seres queridos. El golpe llegó y mi cuerpo se desplomó por completo. En mis últimos minutos de vida, tomé mi argolla de compromiso entre mis manos y la besé. Miré a Haruki y susurré "Lo siento". Al decir aquellas palabras, mi corazón se desmoronó y mi vista se tornó borrosa.


Lysander:

Menhit aceptó la derrota con serenidad. No lo esperaba, pues sus ojos reflejaban culpabilidad y temor. Pero al final, reflejó calma y quietud. Su alma estaba en paz.

Miré a Layla, esperando encontrar valentía y sabiduría en sus actos. Sin embargo, aquello no fue lo que encontré. Layla se hallaba abatida en el áspero suelo. Había perdido la conciencia y su enemigo se abalanzaba sobre ella con hostilidad. Al ver que Layla no reaccionaba, saqué una flecha del carcaj y la tensioné en dirección a Haruki.

Sería un ataque sorpresa y le daría tiempo a Layla de recuperarse. Dejé ir la flecha. No obstante, alguien se interpuso entre mi flecha y el príncipe Haruki. Se trataba de Menhit. La flecha se había clavado en su pecho y su sangre emanaba con velocidad.

Menhit rodeó la fecha con sus manos y la enterró aún más. En su rostro, solo logré divisar una sincera sonrisa en sus labios.

— ¿Enserio creías que iba a ser tan fácil?—Fueron sus últimas palabras—.


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