Capítulo 38

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Lauviah:

Desperté en un campo de claveles, sin dejar de pensar en las palabras de Mitsuki.

—Despierta—Me sacudió preocupadamente Mitsuki—.

— ¿Por qué estamos aquí?—Pregunté sin abrir los ojos. Primero tenía que orientarme, para luego escapar de este lugar y así volver a la nada—.

—Dios mío, ¿tengo que volver a repetirlo?—Cuestionó Mitsuki fatigado—Tienen que ayudar a sus hijos, pero como no saben ni siquiera quienes son, tengo que mostrarles su pasado—Repitió con voz cansina—.

—Ah, cierto, nuestros hijos—Recordé abstraído—.

—Creo que voy a suicidarme—Propuso Mitsuki derrotado—.

—No puedes—Le recordé—Si te suicidas irás a la tierra de las almas pérdidas; y no es un destino muy agradable...

—Lo sé, lo sé—Aclaró Mitsuki—Solo era una expresión.

—Oye, Mitsuki, ¿a dónde fue la vampiro que es más pálida que un muerto?—Pregunté, mientras un pequeño escalofrío recorría mi cuerpo—.

— ¿Decías?—Inquirió la voz de Lilith, a la vez que asestaba un golpe en mi nuca— ¿Recuerdas que tenemos hijos?

—Mitsuki, ¿estás seguro de que son nuestros hijos?—Cuestioné perplejo­—.

—Totalmente seguro—Afirmó Mitsuki—.

A continuación, toqué su frente con mi mano derecha, para luego retirarla y decir:

—Creo que te volviste loco, ¿tomaste tu medicina hoy?

La cara de Mitsuki se tornó color rojo, al punto de parecer un tomate.

—Ya tuve bastante por hoy—Mitsuki se levantó del suelo con fuerza—Traté de ser amable y comprensivo, pero al parecer con ustedes no se puede—Mitsuki cruzó sus dedos índice y murmuró algo muy extraño. Me tardó tiempo descubrir lo que estaba haciendo en realidad—.

—No lo hagas, Mitsuki, lo siento...—Pero en ese momento mis palabras se apagaron—.

—Los dos tendrán la boca cerrada hasta que acabe de mostrarles el pasado—Dijo un poco desquiciado—Harán lo que les diga sin rechistar—Continuo— ¿Entendido?

Lilith y yo asentimos con la cabeza. El encantamiento del silencio había sido efectuado a la perfección por Mitsuki. No esperaba tal reacción, así que no me quedaba otra opción que ver aquellos superfluos recuerdos.

Seguimos a Mitsuki en dirección norte, atravesando por el colorido campo de claveles. El olor de aquellas flores me producía un dolor en el pecho inexplicable. Mi respiración se volvió pesada y mi cuerpo pesaba más de lo normal.

Todo parecía normal, hasta que dos siluetas nos adelantaron a gran velocidad. Eran nuestras siluetas, aunque lucían más jóvenes y preocupadas. Juntas corrían en dirección a la casa que se alzaba en el centro del cultivo, que pronto se consumió en llamas ardientes.

Aceleramos nuestro paso y seguimos a nuestras siluetas hacia la mansión. En ella, dos niños abrazaban a nuestras figuras. Era una escena bastante extraña, pues en realidad no esperaba que Layla y Haruki fuesen mis hijos, pero aquella escena lo confirmaba.

Las llamas se alzaron alrededor de la casa, así que intenté buscar el origen de aquel incendio. Pero las llamas eran tan altas que solo me permitían ver el cielo oscuro y la mansión con las siluetas. No obstante, una porción de cultivo encendido se apagó con el sonido de un chasquido de dedos. Un señor con sombrero de copa alta y extraña mascara había sido el responsable de aquel sonido. Dudé por un instante si aquel señor estaba en el recuerdo o si nos estaba acompañando, pero luego se dirigió hacia nuestras siluetas por lo que era obvio que era parte del recuerdo.

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