Capítulo 26

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Ost:

— ¿Es una broma?—Pregunté entre risas al ver a aquel niño frente a mí—.

El soltó una leve sonrisa y apuntó su katana hacia a mí. Me abalancé sobre él, sin aviso previo. El niño esquivó mi movimiento a una velocidad impresionante, y enterró el filo de su katana a un poco distancia de mi oreja derecha.

—Ahora sí, ¿de qué te reías?—Preguntó el niño desenterrando su katana de la tierra—.

Me levanté del suelo, acariciando mi oreja. Aquel niño no era nada paciente, así que me empujó hacia atrás nuevamente y dirigió su codo hacia mi cara. Me aparté justo a tiempo y le di una patada en la espalda, haciendo que cayera contra el suelo.

El niño se levantó del suelo y guardó su katana en la funda.

—Era una batalla un poco desigual, ¿no cree?—Preguntó sarcásticamente—.

Las manos del niño estaban vendadas, al igual que sus muñecas. El niño posicionó un brazo derecho adelante en posición de pelea, pero se dirigió hacia mí con el izquierdo. Yo inmovilicé su derecho y lo tomé del cuello, dirigiendo su cuerpo al suelo. El niño se volvió para del suelo mientras sonría y murmuraba algo inaudible.

Al verlo totalmente de pie, dirigí mi pie hacia su pecho. Pero el niño tomó mi pie y lo levantó, hasta mandarme hacia atrás. El niño tomó mi brazo derecho y me inmovilizó por completo. Aquel niño me estaba sacando de casillas. Con la debida fuerza, el niño terminó por romper los huesos de mi brazo.

Una ráfaga de fuego nos rodeó como resultado. Estaba furiosa, pero a la vez contenta. Durante todos mis años de entrenamiento, ninguna persona había logrado hacerme daño y aquel niño lo había logrado en cuestión de minutos.

El niño se alejó de mí y analizó la situación. De una llama de fuego, extraje una afilada cimitarra. El niño empuñó su katana nuevamente y aguardó a mi reacción. Era un niño inteligente.

Las llamas se extinguieron de repente y un trueno relampagueó a mi lado. Esta batalla sería pan comido.


Layla:

Esquivé la explosión de Haruki con suerte. Odiaba aceptarlo, pero estaba viva gracias a mi suerte. Los ataques de Haruki no cesaban y su potencia aumentada con cada uno.

¿Eso es todo?—Preguntó burlón en mi mente— ¿En realidad eres la tan temida Princesa de las Lunas?—.

Junte mis manos y creé una lanza de hielo. Una lanza que derritió Haruki con tan solo un movimiento.

Tus ataques se vuelven cada vez más débiles—Concluyó patéticamente—.

¿Eso crees?—Pregunté con mis últimos hilos de cordura—.

Finalmente, los hilos se reventaron. Era libre de toda atadura de cordura. Y Haruki lo notó al estar dentro de mi mente.

No quería terminar de esta manera—Continué—Pero no me das otra opción—.


Haruki:

Sus palabras resonaron en mi mente, y retrocedí lo suficiente para observar su próximo movimiento. Layla creó un montículo de hielo frente ella y subió a él. Creé fuego para derretir su pequeña colina helada. Sin embargo, aquel hielo era distinto...era más ¿resistente? A través del hielo se extendían unas líneas rojas que parecían redes. Layla sonrió satisfecha y creó un montículo más alto que el anterior, por lo tanto saltó hacia este. Layla repitió el mismo procedimiento hasta llegar al bloque más alto. Intenté derretir el hielo nuevamente, pero mis intentos eran en vano. El suelo se cubrió de hielo y resbalé al intentar escapar. A la vez, Layla saltó del gran bloque de hielo y en su descenso se creó una gran lanza de hielo en sus manos. Tenía que escapar, pero mágicamente el hielo se adhirió a mi cuerpo y sujeto mis muñecas al suelo. Layla se acercaba con rapidez y no había forma de escapar a su ataque.

Su lanza atravesó mi hombro izquierdo. Mi sangre se deslizaba a través del hielo, al igual que la de ella. A la vez que su lanza se clavaba en mi hombro, mi claymore se hundía en su muslo derecho.


Oraculum:

—Ahora tendrás que escucharme—Dije acercándome hacia su cuerpo encerrado por cristales— Te guste o no—.

Creé una silla de cristal y me senté delante de él.

— ¿Sabes la razón del Eclipsim?—Pregunté seriamente—.

¿De qué serviría saber la estúpida razón?— Nostradamus renegó y trató nuevamente del cristal—.

—Ósea que estas aquí, en esta sangrienta batalla, aconsejando a un niño a que mate a una niña, sin saber la razón—La cabeza me dolía, no creía que Nostradamus fuese tan ignorante—Sabes lo ridículo que suena eso, ¿verdad?—.

Tienes miedo, anciano—Continuó presuntuoso—.

—Al menos, sabrás que esto es una repetición—Dije, acompañado de un suspiro de desesperación—.

Nostradamus me lanzó una mirada profunda y reflexiva.

—Así que sabes algo—Manifesté con esperanza—.

No te diré nada, si eso es lo que pretendes—Sin embargo, en su mirada se notaba sus ansias por saber sobre el Eclipsim. Sobre el verdadero Eclipsim—.

—Si tú no vas a hablar—Reacomodé la silla y lo miré directamente—Lo haré yo—.

Los ojos de Nostradamus brillaron con intensidad en aquel momento, sin embargo, el brillo se opacó muy pronto.

No escucharé ninguna de tus malditas palabras—El cristal comenzó a fragmentarse finalmente— Ya no soy aquel niñito que te necesitaba para sobrevivir—El cristal explotó en mil pedazos y Nostradamus esbozó una pequeña sonrisa—Ya no más—.

De Nostradamus comenzó a desprenderse una neblina incolora.

¿Recuerdas esto, hermano?—Preguntó enfatizando su última palabra—.

—Nostradamus, tienes que saber algo antes de continuar—Era el momento. Ya no podía ocultarlo más— Tú no eres mi hermano verdadero. Lo siento...—.

¿Lo sientes?—Inquirió con una aura perversa— ¿Por qué? Es la mejor noticia que me han dado en toda mi vida, ¿sabes? Ya no tendré tanto cargo de conciencia cuando te asesine—.


Brutus:

—Señor Kyousuke, divisamos las primeras líneas enemigas a 10 km al norte—Informé precisamente— Los poseedores de los libros del Eclipsim: Layla y Haruki, se encuentran al otro lado del puente, así que no habrán posibles interferencias entre las dos guerras—Suspiré y continué—Según nuestros informantes, la batalla entre Layla y Haruki ya fue desatada con violencia e impaciencia—.

— ¿Y Lauviah?—Cortó secamente—.

—El Gran Ángel—Me resultaba difícil referirme a ellos con términos respetuosos, pero era la guerra, así que era necesario en estas situaciones—Sigue sin decir una palabra. Al parecer su voto de silencio es serio—Continué—No obstante, se le ha visto practicar con entusiasmo y reflexionar durante horas. Ha prohibido que alguien le dirija la palabra si no se trata de usted—.

—Prosigue con los preparativos, muy pronto nos encontraremos con 177 y 178—Kyousuke agitó su ligera caballera y retomó las riendas de su corcel— Hablaré con Lauviah antes de su inevitable llegada—.



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