Capítulo 8

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Menhit:

Llevé a Haruki lo más lejos posible del salón de prácticas. Haruki ya estaba totalmente consciente, pero aun así no preguntó nada por el camino y tampoco soltó mi mano. En cierto modo,aquella situación era incomoda. Recorrimos caminos que yo nunca había visitado en mi estancia en el averno. Finalmente llegamos a lo que parecía ser un palacio.El castillo tenía paredes de losetas de mármol violeta oscuro y ventanales oscuros. Un ligero olor a sangre llegó a mi nariz. 

–¿Dónde estamos?–Preguntó Haruki rompiendo el silencio–.

–No lo sé, pero lo mejor será irnos de aquí–Dije un poco preocupada. Aquella tarde, Orion me había advertido sobre una condesa vampiresa que había vuelto al poder. Orion me aconsejó que evitáramos cualquier contacto con ella–.

Tomamos otro camino. Un vampiro nos había visto, así que comencé a caminar más rápido. Haruki seguía en silencio, la noche le afectaba bastante. Su energía bajaba cuando la luna aparecía. El vampiro comenzó a acelerar el paso, así que comenzamos a correr por un oscuro pasillo. El suelo era de piedra, al igual que las paredes. Dentro del pasillo rocoso olía ligeramente a combustible. 
Finalmente, el vampiro se rindió y dio la vuelta.

–¿Por qué huimos de esa manera?–Preguntó Haruki un poco confundido– Y por cierto, ¿dónde estamos?–.

Mire alrededor. Nunca antes había entrado a aquel corredor.

–No tengo ni la menor idea–La oscuridad era absoluta. No veía salida de aquel túnel. Apreté inconscientemente la mano de Haruki con mas fuerza. La oscuridad nunca me había inspirado confianza –.

–¿Estas asustada?–Me preguntó Haruki al ver que mi mano temblaba–.

–Lo siento–Respondí con voz seca mientras soltaba su mano–.

–En cierto modo, yo también le temo a la oscuridad–Reconoció apenado–.

Una luz blanca cegó nuestros ojos. La luz provenía del agrietado techo y nos permitió ver con mas claridad. Frente a nosotros había un pequeño lago de agua oscura. Las rocas que formaban las paredes, parecían de marfil y cristal. Un gran lienzo colgaba de aquellas rocas. Un lienzo blanquecino con extraños dibujos pintados. Era asombroso verlo.
El lienzo nos había hipnotizado. Inconsciente, caminé lentamente hacia el. Haruki caminó a mí lado y sin darnos cuenta, tropezamos con una de las rocas que rodeaban la laguna. Había sido un golpe leve, pero aún así dolía. Caímos en el agua, que por suerte no caímos en la parte honda. Cuando quité el agua de mis ojos, pude observar que Haruki había caído encima mio. Haruki me miró a los ojos, y yo no aparté los míos de sus dorados ojos. Nuestras caras estaban a una corta distancia. 

-Que sitio tan curioso, ¿no crees?-Preguntó con delicadeza, sin apartarse ni un poco-.

-Si que lo es-Sentía su respiración cada vez más cerca-.

Sin embargo, un sonido  provino del agua y eso hizo que nos apartáramos por inercia. Sentía que mis mejillas ardían. Mis manos temblaban, ¿qué había acabado de suceder?. Haruki se acercó a la laguna, buscando la fuente del sonido. Yo me acerqué al lienzo, para verlo más claramente y pensar lo que había acabado de pasar. 

-Es un extraño lienzo-Le dije a Haruki, rompiendo el silencio incomodo que se había instalado en la cueva-.

El lienzo estaba lleno de dibujos, que eran simples pero representativos. Los dibujos tenían las siluetas de Haruki y la portadora del libro de las lunas. Los dibujos formaban una consecuencia de escenas. 

-Esto no es el...-.

-Eclipsim-Completó seriamente Haruki-. 


Will: 

Estaba curioso de conocer la forma de Layla de antes de subir al cielo. Y estaba ansioso de volver a la Tierra. 

-¿Estás listo?-Preguntó Layla emocionada. Nos encontrábamos en la punta de un acantilado gris. Los límites del cielo eran un misterio, y aquel acantilado era uno de ellos.

-¿Estás segura de que está es la salida?-Pregunté desconfiado, pues aquel acantilado no prometía nada-.

-Si, ya he bajado antes-Contestó Layla sin darle mucha importancia-Es hora de irnos-Tomó mi mano y saltó sin más espera-.

Una fuerte ráfaga de aire cubrió mi rostro, dejándome sin respiración. Pasados unos minutos, todo volvió a la tranquilidad. Mi cabeza dolía, pues la caída había sido extensa y mi cuerpo no había recibido el oxigeno necesario. 

-¿Estás bien?-Preguntó Layla preocupada, pues ella parecía no verse afectada ni un poco-.

-Si-Dije, tratando de controlar mi respiración-.

Me levanté del suelo y estabilice mi equilibrio. Respiré profundamente y miré a mi alrededor. Estábamos en una playa, con un mar que rugía ferozmente. La brisa era agradable. Observé a Layla, que se sentía incomoda. Su antigua forma no estaba mal. Incluso se veía más atractiva. Lucía una gabardina color crema y llevaba puestas una gafas gruesas. 

-Mi visión apesta en este mundo-Explicó Layla al ver que la miraba fijamente. Sus rasgos duros habían sido reemplazados por un aspecto tierno- Tu aspecto no cambió-Dijo Layla sorprendida- Sigues siendo atractivo, supongo que querías volver a la Tierra para ver a tu novia-Supuso sonriendo-.

-No-Negué al instante-No tenía novia y tampoco soy atractivo. Siempre he sido un "ratón de biblioteca"-.

-No digas eso-Regañó Layla un poco disgustada- Detesto ese termino, una biblioteca es un paraíso, más no un basurero, así que es mejor decir un "Príncipe literario",  ¿no crees?-Layla cruzó los brazos molesta- Y en mi opinión si eres atractivo-.

-Tú tampoco te quedas atrás-Halagué. De improvisto, la abracé por detrás- Gracias-Susurré a su oído derecho-.

Layla no respondió. Mi corazón palpitaba fuertemente, pues estaba abrazando a la chica de mis sueños. A la chica que parecía constantemente en mis pensamientos. A la chica que nunca odiaría, porque me había enamorado profundamente de ella.

-Lo mejor es que nos vayamos de aquí, no tenemos mucho tiempo- Dijo Layla mientras se desprendía suavemente de mis brazos- Recuerda que no puedes decir los nombre que utilizamos en el cielo, o sino estaremos en problemas -.

-De acuerdo, Alice-Aseguré contento de estar en la Tierra, aquella noche iba a ser memorable-.

-Esta bien. Esta es la primera vez que bajo a la Tierra con alguien-Reconoció un poco apenada-  ¿Por dónde quieres comenzar?-.

-Quiero comer helado, extraño mucho eso-Recordé- En el cielo no hay esa clase de alimentos-.

-Tienes razón-Corroboró Layla- ¿No hay nada que quieras hacer aquí?-Preguntó refiriéndose a la playa-.

-Si-Respondí decidido-.

Me acerqué a ella y besé sus suaves labios. Layla no esperaba que yo hiciera eso, y a decir verdad, yo tampoco. Pero era el único momento en que podría hacerlo. Luego, no habrían más oportunidades. Sin embargo, aquel beso tenía sabor a lagrimas. 

Eclipsim ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora