Veo mi reflejo en espejo, tengo unas ojeras horribles, ayer me dormí hasta la madrugada, pase toda la noche esculpiendo la silueta de un cuerpo, me concentré demasiado que no pare hasta terminarla, cuando me di cuenta ya eran las dos de la mañana.
—Hija ya estás lista —escucho a mi madre al otro lado de la puerta.
—Si mamá ya voy.
—Esta bien, te espero en el auto.
Me pongo la gorra del uniforme para ir al trabajo, y mirándome en el espejo, me digo.
—Ayer no fue un gran día, pero hoy será mejor.
Tomo mi mochila y salgo de mi habitación.
—Listo mamá —digo cuando subo al auto.
—Santo cielo, que ojeras tan grandes —niega—Te dormiste tarde otra vez Abbie.
—No mucho mamá.
—Supongamos que es cierto — entrecierra los ojos —Ayer no quise molestarte cuando llegue del trabajo, pero hoy no te libras de mi.
—Y que quieres saber —apoyo los brazos sobre mi mochila.
—¿Cómo te fue en la fiesta de tu hermana? Ayer me sorprendió ver qué estabas en casa tan temprano.
—Estaba cansada, y decidí que lo mejor sería regresar a casa.
—¿Solo eso Abbie?, o te hicieron algo.
Miro por la ventanilla, por qué si la miro a los ojos, terminaré diciéndole todo, y no quiero que se preocupe.
—No entiendo porque preguntas eso.
—Por que siempre que te encierras en el sótano a esculpir, es por qué quieres ocultar lo que sientes, y casualmente eso solo te pasa cuando visitas a tu padre.
—Eso no es cierto —la miro ofendida.
—Soy tu madre, te conozco mejor que nadie —enarca una ceja.
—No paso nada mamá, de verdad me divertí mucho, pero estaba cansada — miento.
—Segura hija, sabes que puedes contarme todo.
—Cien porciento mamá —le sonrió.
—Bien... pero si un día tu hermana o el insecto de tu padre te hacen algo, el idiota de Anthony se las vera conmigo.
—Mama no hables así de papá —la regaño.
No me gusta que hablen mal el uno del otro, pero el odió que mis padres se tienen es insuperable.
—Perdon hija es que tú padre me altera y no en el buen sentido —suspira—Cambiando de tema hay algo que quiero contarte.
—Espero y no sean más insultos hacia papá —bromeo.
—Para nada —detiene el auto cuando es semáforo cambia a rojo—Hace unos días hablaba con el doctor Marcus y se me salió decirle que esculpes.
—Mama eso es un secreto, solo pocas personas lo saben —me quejo.
—Espera, ya viene lo más interesante —vuelve a manejar—Me dijo que la escultura ayuda a estar relajado y con la mente ocupada y me sorprendió bastante...
—Mama ve al punto —sugiero cuando se desvía del tema.
—Bueno me preguntó, que si había la posibilidad de que le dijeras clases a un niño que es su paciente, sufre de ansiedad y eso lo ayudaría.
—No, No, y definitivamente no —rechazo su idea.
—¿Pero por qué?, estarías ayudando a alguien, y su familia está dispuesta a pagar lo que sea.
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En Cada Atardecer
RomanceLa felicidad no llega cuando conseguimos lo que queremos, si no cuando disfrutamos lo que tenemos. Pero serias capaz de dejar ir tu felicidad solo para que la persona que amas consiga la suya. Abbie Evans ha tenido que lidiar toda su vida, con lo...