Capítulo 11.

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Estos últimos días, me he preguntado si, sería buena idea mostrarle a Eros a hacer alguna escultura, ya que el me llevó a su antigua casa y me mostró el mejor arte que puede haber en el mundo, el arte de la naturaleza.

Cuando se lo pregunte ayer, después de las clases de Coody y acepto, me emocione como nunca y al mismo tiempo me puse nerviosa, pasé toda la noche pensando en qué podría enseñarle.

—¿Todo listo para tu lección de escultura con Eros? —pregunto mi madre cuando bajaba las escaleras.

—Si creo que si, espero que lo disfrute, nunca ha esculpido antes...así que vamos a empezar con yeso —Mi madre se acercó y me dio un beso en la mejilla, después se sentó en el taburete más cercano y me observó.

—Estoy segura de que se divertira, siempre hablas mucho de él, se nota que te agrada mucho —hizo énfasis en lo último

—Si es un buen amigo, siempre es divertido pasar tiempo con el.

—¿Te gusta pasar el tiempo con el? —pregunto.

—Si me encanta —mi madre abrió mucho los ojos, como si hubiera dicho una gran revelación, mientras yo me sonrojaba.

—¿Y te has dado cuenta de lo mucho que el disfruta tu compañía? —me miraba con curiosidad—No es común que un chico pase tanto tiempo con una chica si solo son amigos.

Deje de mezclar el yeso y la mire sintiendo un ligero calor en mis mejillas.

—Pues eso es lo que somos, a-mi-gos—insistí con una mezcla de frustración y nervios, mientras evitaba mirar a mi madre a los ojos.

—¿Estás segura de que solo son amigos? —su tono era suavemente inquisitivo, pero insistente.

—Si mamá, solo amigos, no hay nada más —mi respuesta salio más rápido de lo que esperaba.

Mi madre arqueo una ceja, claramente escéptica.

—Hmm, parece que el siente algo más —me miraba con picardía—Tu no sientes lo mismo—su mirada me atravesaba, como si intentara leer mis pensamientos.

—Mama no empieces —trage saliva intentando mantener mi voz firme—Y no, el no siente nada y yo tampoco.

Traté de sonar convincente, pero sentía que mis palabras no eran suficientes. Mi madre se levantó y se acercó mirándome con una expresión más seria.

—Abbie conozco esa mirada, te brillan los ojos cuando hablas de el, no es solo un amigo ¿verdad? —me mordi el labio sintiendo como la incomodidad crecía.

—Es solo...me llevó bien con el, pero eso no significa que haya algo más.

Evite su mirada concentrándome en mezclar el yeso. Mi madre suspiro y cruzó los brazos.

—Cariño, no hay nada malo en admitir que te gusta, aveces los sentimientos son más claros para los demás, que para nosotros mismos —su voz era suave, pero insistente.

—¡Pero no es eso! —exclame sintiendo como mi voz se elevaba un poco—Es solo que...me siento cómoda con el, es agradable tener a alguien con quien poder hablar de lo que sea.

Ella me observó en silencio durante unos momentos, evaluando mis palabras.

—Está bien, si tu lo dices, pero solo quiero que sepas que no tienes que ocultar nada, si sientes o no, algo por el esta bien.

—Gracias mamá —respondí tratando de calmarme—Pero enserió solo somos amigos.

Ella sonrió suavemente, aunque sus ojos mostraban una mezcla de preocupación y escepticismo.

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